El Dios del Islam es la creencia más esencial que tiene un musulmán sobre su religión, ya que ellos afirman que «Solo hay un Dios», el Autor, el Sustentador, conocido en el idioma árabe y por los musulmanes como “Alá”.

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¿Quién es Ala?

Este no es un dios forastero, ni es un ídolo. Los cristianos de dialecto árabe utilizan el mismo vocablo para el Todopoderoso. El pilar esencial de la fe en el Islam es exponer que no hay ninguna representación digna de devoción, excepto el Único Dios Todopoderoso, que en árabe de traduce como «La ilaha ill Allah».

El punto primordial que se debe destacar aquí es que, desgraciadamente, muchos de los escritos que se hallan en varias bibliotecas en Occidente, que no están comunicados desde el punto de vista musulmán o cómo los musulmanes conciben el Islam, constituyen a Alá como si fuera un tipo de familia. Dios árabe o inclusive el “dios de los musulmanes”. Por ejemplo, indicarían que Mohammed veneraba a su Allah. O los musulmanes veneran a Allah. Inclusive si usan el término Alá, lo colocan de tal manera que depone al lector o al público con la opinión de que tal vez no sea religiosamente el mismo Dios.

La razón para reflexionar el término Allah como más exacto, es que Allah no es solo un señalado de un Dios, sino que asimismo es un nombre particular para Dios, tanto una reseña a Dios como Su nombre personal. Esto es divino en cierto sentido. No solo dices Dios, sino que además puedes decir Señor, pero cuando escribes Allah, estás demandando el nombre, el nombre personal, de Dios. Este instaura un toque particular o un tirón entre el ser humano y el creador. (Ver artículo:  Santa Bárbara bendita)

En el Corán, observamos que Alá es piadoso y clemente. Él es amable, afectuoso y sabio. Él es el Creador, el Mantenedor, el Sanador. Él es el que guía, el que resguarda, el que perdona. Proverbialmente, hay 99 nombres, o atributos, que los musulmanes utilizan para representar la naturaleza de Allah.

Cuando se les consulta quién es Alá, algunos no musulmanes especulan erradamente que Él, es un dios árabe, un dios de la luna o algún tipo de reliquia. Alá es el mote propio del Único Dios Efectivo, en el idioma árabe monopolizado por los musulmanes de todo el mundo, Alá es un nombre que no es ni femenino ni masculino, y no puede concebirse plural, a diferencia de otros dioses o diosas. Los musulmanes entienden que no existe nada en los cielos ni en la Tierra que consiga devoción, excepto Allah, el único indiscutible creador.

El monoteísmo, que es la afirmación en un solo Dios, es la percepción más importante y primordial en el Islam. Los musulmanes opinan en un Dios que implantó el universo y tiene poder sobre todo adentro de él. Él es único e intolerante por arriba de todo lo que crea, y su nobleza no puede confrontarse con su creación. Conjuntamente, Él es el único que obtiene respeto y el propósito final de toda la creación es agachar la cabeza ante Él. La intuición islámica de Dios es diferente de todas las demás religiosidades y afirmaciones en diferentes semblantes, ya que se basa en una razón pura y clara del monoteísmo. Sustancialmente, esto conquista el concepto de Dios en el Islam. (Ver artículo:  cómo nació la Iglesia)

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Los musulmanes frecuentemente se historian a Dios como Alá. Este es un nombre internacional para Dios y no se describe a un Dios meramente islámico. Limpiamente, este nombre está concerniente con los nombres arameo y hebreo de Dios, que corresponden a Allaha y Elohim. Consecuentemente, Alá es puramente el nombre árabe de Dios que atestigua que Él es un Dios único sin compañeros o iguales. El nombre de Alá no logra ser pluralizado o restringido a un género concreto, que constituye que Dios es Uno y que Él es magnífico de todo lo que Él profese. Los musulmanes perpetúan utilizando este nombre único en árabe para Dios, ya que expresa cabalmente sus cualidades impares.

Dios es el Innovador y el Mantenedor del universo que fundó todo por una razón. Los musulmanes opinan que fundó a la humanidad con un estricto propósito, que es venerarlo. Consignó mensajeros para regir a las personas en el desempeño de este designio. Algunos de estos mensajeros envuelven a Adán, Noé, Abraham, Moisés, Jesús y Mahoma. Todos ellos cultivaron un mensaje sólido acerca de Dios testificando su nobleza como el Creador y mandando a las personas a venerarlo solo a él. Este conocimiento elemental siempre ha sonado con la intuición originaria de Dios en las personas.

Cuando se le inquirió al profeta final, Muhammad, acerca de Dios, la contestación vino rectamente de Dios en el libro venerable de los musulmanes, el Corán dice: “Él es Dios el Uno, Dios el inmortal. Él no procreó a nadie, ni fue procreado. Nadie es confrontable a Él». Esta es una afirmación clara de Dios que se refiere a Sí mismo a la humanidad sin espacio para el desconcierto. Dios es Uno y está ofuscado por encima de todo lo que Él crea y Él es preparado sobre todas las cosas.

La otra forma, que también imagino relevante, es que el vocablo Alá, que en árabe, no está sujeto a la pluralidad. Por ejemplo, en inglés se puede decir Dios y asimismo se puede decir dioses. En árabe no hay nada que sea semejante a este vocablo en otros idiomas, nada en necesario. En otras señales, no hay Alá. Esto destaca la decencia del monoteísmo islámico.

Otra razón, que además es bastante sugestiva, es que el término Alá no se entrega a ningún género. En otras palabras, no coexiste un género femenino o masculino para el vocablo Allah. En inglés se puede tener un dios o diosa. En árabe, esto meramente no existe, lo que manifiesta que el término Alá es mucho más exacto que utilizar el término Dios. Al menos es respectivamente más puntual para trasferir la auténtica naturaleza del Principal Creador. (Ver artículo: Santa Valeria)

Dios del Islam

La dicción «Alá» es preliminar al Islam. Cada tribu árabe poseía sus propios dioses y diosas reliquias, pero varias tribus asimismo reconocían la presencia de un «dios ignorado» al que citaban al-ilah, que textualmente representa «el dios». Se reflexionaba que era la representación suprema invisible, no obstante, no poseían un concepto conjugado de quién era él. A su íntegro tiempo, Alá se reconcilió en una universalización del dios tribal, a quien frecuentemente se lo llamaba al-ilah. Cuando la tribu se halló con otra tribu que poseía un dios al que asimismo citaban al-ilah, ambos especularon que se relataban al mismo ser, y así brotó una idea mundial de Alá entre los árabes.

Alá y un gran dígito de sus otros 99 nombres que existen, se usan prácticamente para nombrar a los árabes masculinos en el mundo actual. Esta costumbre se practicaba en Arabia inclusive antes del Islam. El conveniente padre de Muhammad trasladaba el nombre de Abd-Allah, “esclavo de Allah”. El hecho de que estos apodos fueran utilizados generalmente entre los adoradores de ídolos árabes antes del Islam certifica el hecho de que Alá no era el Dios de la Biblia. Más conforme, era una representación pagana acreditada solo por los árabes de la Península. La poesía árabe del ciclo de Jahilia, antes del Islam lo muestra patentemente.

La Kaaba era conocida como la casa de Allah. Aunque hospedaba 360 dioses ídolos, la Kaaba era en última reclamación la casa de Allah, el dios pagano superior. Como señor de la Kaaba, no estaba personificado por una estatua perceptible como los 360 ídolos dentro de la Kaaba. Una gran pregunta es si viviría Jehová, el Dios de la Biblia, en una casa junto con 360 dioses y diosas ídolos.

La costumbre musulmana encumbra a Alá a la fe monoteísta de Abraham. Los musulmanes atestiguan que Ismael y su madre desterrada, Agar, se instauraron en La Meca, donde Abraham los agasajaba con frecuencia. Se profesaba que Abraham había incrustado la creencia en un solo Dios a las castas árabes. (Ver artículo: que significa la misericordia)

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No obstante, no hay definitivamente ninguna certeza histórica que respalde la aserción de que Abraham cierta vez entró en Arabia. De hecho, la Biblia testifica con mucho cariño en Génesis, que Agar e Ismael deambularon en el desierto de Beerseba. Con poco para comer y beber, solo podría haber transitado una corta jornada. Agar e Ismael se instauraron en el desierto de Paran, que se halla en la región centro norte del despoblado del Sinaí, ubicado a unas mil millas de la Meca.

Las experiencias religiosas de la Arabia pre-islámica se confinaban a los dioses del desierto que eran piedras de meteoritos vulgares y sin vida. No lograban ni oír ni hablar. Aunque fue examinado como la representación suprema, Alá era una variedad de dios misterioso; Invisible, apartado e inescrutable. Ciertas tribus en Arabia eran reflexivas de su existencia, pero sus caracteres eran ignorados para ellos. Los árabes estaban poco al corriente acerca de Alá, y lo poco que le inculpaban se emanaba de su concepto pagano de deidad.

Alá era tan impreciso e impersonal que, como regla ordinaria, no se podía decir nada sobre un ser humano que fuera él. Estaba mejor explicado por lo que no era que por lo que era. Esto lo hizo más pavoroso y recóndito, y por lo tanto menos seductor. Algunas de las ideas equivocadas más grandes que varios no musulmanes tienen sobre el Islam disfrutan que ver con la palabra «Alá»

Por numerosas razones, varias personas han alcanzado a creer que los musulmanes veneran a un Dios desigual al de los cristianos y los judíos. Esto es completamente falso, ya que «Allah» es meramente la palabra árabe para «Dios», y solo hay un Dios. No hay duda que los musulmanes veneran al Dios de Noé, a Abraham, a Moisés, a David y a Jesús.

No obstante, es cierto que judíos, cristianos y musulmanes poseen desiguales conceptos de Dios Todopoderoso. Por ejemplo, los musulmanes, como los judíos, impugnan las creencias cristianas de la Trinidad y la Encarnación Divina. No obstante, esto no representa que cada una de estas tres religiosidades venere a un Dios desigual, porque, como ya hemos dicho, solo hay un Dios verdadero en el Islam.

Es trascendental tener en cuenta que «Allah» es el mismo vocablo que los cristianos y judíos de lengua árabe utilizan para Dios. Si se escoge una Biblia en árabe, verá que se usa el vocablo «Allah» donde se emplea «Dios» en inglés. Esto se corresponde a que «Allah» es una palabra en el idioma árabe semejante a la palabra inglesa «Dios». Conjuntamente, la palabra «Alá» no puede hacerse plural, un hecho que va de la mano con la noción islámica de Dios.

Decir que los musulmanes veneran a un «Dios» diferente porque dicen «Alá» es tan absurdo como decir que los franceses veneran a otro Dios porque utilizan la palabra «Dieu», que los hispanohablantes veneran a un Dios desigual porque dicen «Dios» o que los judíos veneren a un Dios desigual porque a veces lo citan» Yahvé «. Asimismo se debe aludir, que testificar que cualquier idioma utiliza la única palabra considerada para Dios corresponde a negar la universalidad del mensaje de Dios a la humanidad, que fue para todas las tierras, tribus y personas a través de varios elegidos que hablaban distintas lenguas. (Ver artículo: frases de confianza en Dios)

Ala

En el Corán se relata a Alá como el Dueño de los mundos. A disconformidad del Yahvé bíblico, que a veces se malinterpreta como Jehová, no posee un nombre personal, y sus nombres habituales son efectivamente epítetos. Estos contienen al Creador, el Rey, el Todopoderoso y el Todo-Vidente. Dos títulos significativos de Allah surgen en una frase que típicamente antecede a los pasajes “Bismillah, al-Rahman, al-Rahim” que significan respectivamente “en el nombre de Allah, el Piadoso, el Misericordioso”.

Alá asimismo es el Práctico del Día del Juicio, cuando los buenos, esencialmente los creyentes, serán legados a su distinción celestial, y los malvados, principalmente los incrédulos, serán legados al fuego del infierno. Los musulmanes aseveran rechazar las delineaciones antropomorfas de Alá, pero el Corán lo representa como hablando, sentado en un estrado y con rostro, ojos y manos.

Nada consigue ocurrir a menos que sea ocasionado o autorizado por Allah, así que cuando se hacen designios de cualquier tipo, los musulmanes enlosen decir lo que “Dios quiere”. Si las cosas van bien, ellos dicen “lo que sea que Allah quiera”, pero en todo caso, se puede expresar “gracias a Allah. En sus oraciones y en otros términos, conteniendo batallas y protestas callejeras, los musulmanes expresan que Alá es el más grandioso que cualquier otra cosa.

Se suele especular que Alá simboliza «el dios», en árabe y posiblemente está concerniente con el arameo Alaha. Todos los musulmanes y la mayoría de los cristianos examinan que creen en el mismo dios a pesar de que sus sentidos se rezagan. Los cristianos que hablan árabe citan a Dios Alá, y en la biblia, citando al evangelio de Juan 3:16 en distintos idiomas, atestiguan que Alá envió a su hijo al mundo. (Ver artículo:  con quien se casó Moisés)

Mandándose a los cristianos y judíos, el Corán expresa: «Nuestro dios y tu dios son uno solo». Los seudónimos de Allah y al-Rahman fueron infaliblemente monopolizados por judíos preislámicos y cristianos para Dios, y el Corán, inclusive se critica a los cristianos por igualar a Allah con Cristo y tanto a los judíos como a los cristianos por aclamarse a sí mismos hijos de Alá.

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Alá no es una trinidad de tres personas y no posee un hijo hecho carne, como hombre. Algunos cristianos, consecuentemente, niegan que Alá sea el dios que registran. No obstante, se entienden seguros de que los judíos veneran al mismo dios a pesar de impugnar de manera análoga la trinidad y la encarnación.

Aseverar que el dios del Corán y el dios de la Biblia son seres desiguales es como impugnar que el Jesús del Nuevo Testamento y el Jesús del Corán, que no es celestial ni fue crucificado, son personajes históricos diferentes. Algunos reconocerán que, si bien hay elucidaciones en conflicto de Jesús, Dios y Alá, tienen orígenes desiguales.

De hecho, Alá fue examinado especialmente por los politeístas antes del develamiento del Corán. El conforme padre de Muhammad, que murió antes de que apareciera el Profeta, se llamaba Abdullah, que significa Siervo de Dios. Pero la explicación de que Alá no consigue ser Dios porque primitivamente era parte de un sistema religioso politeísta, desconoce los orígenes del monoteísmo judío y sus procedentes cristianos e islámicos.

Los escritores bíblicos igualaron al dios superior cananeo con su propio dios a pesar de que primariamente dirigió un gran panteón. La forma plural apuradamente relacionada con el elohim se usa con más periodicidad en la Biblia, pero ambas proceden de la misma raíz hebraica que Allah. El y elohim, el theos del Nuevo Testamento, el dios latino, y el dios germánico pre-cristiano pueden relatarse tanto al dios judeo-cristiano como a otros entes milagrosos. (Ver artículo: San Antonio Abad)

De modo que la intuición judía, cristiana e islámica de la divinidad se ocasionó en contextos politeístas. No obstante, al igual que los judíos y los cristianos habituales, los musulmanes opinan que la religión de los iniciales humanos, Adán y Eva, fue monoteísta. Como se depravó en el politeísmo, Alá envió profetas que instruyeron que solo existe un dios.

El Islam se hizo compromiso con el judaísmo, la idea de que Abraham, en específico, fue quien manifestó el monoteísmo y refutó la idolatría. Así, Mahoma buscó restituir el monoteísmo legítimo de Abraham, del cual había incluidos judíos y cristianos que aparentemente se habían desviado. Si él existió, lo cual es dudoso, previsiblemente Abraham floreció a estrenos del segundo milenio antes de Cristo. Los historiadores opinantes y los arqueólogos, no obstante, discuten que el monoteísmo israelita solo se desplegó en la época del exilio babilónico, más de mil años más tarde.

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La razón por la que hay desiguales ideas de Dios y de los dioses no es, a ciencia cierta, que los humanos se hayan alejado de una manifestación original. Más bien, estas afirmaciones son cimentaciones y reconstrucciones humanas que irradian nuestras propias racionalizaciones, esperanzas, temores y ambiciones. Estos últimos contienen intentos de grupos personales de personas para proteger su identidad o inclusive para afirmar su hegemonía sobre otros con el testimonio de que han sido agraciados exclusivamente por Dios con una revelación genuina.

Ese se considera el motivo por el cual ciertos cristianos obstaculizan que Alá sea solo otro nombre para Dios. Asimismo explica los atrevimientos de los musulmanes de Malasia para impedir que los cristianos se relaten a Dios como Alá por temor a que legitimar el intelecto cristiano de Alá amenace el señorío islámico en su país. Muhammad debe haber enfrentado confabulado que tanto judíos como cristianos reflexionaran a Abraham el abuelo de sus concernientes afirmaciones.

Vio en este calificativo habitual un factor que podría unir latentemente a todos los habitantes de Arabia a pesar de sus varios orígenes religiosos. Aseveró el descenso de Abraham a través de Ismael. Eligió el nombre árabe «Allah» después de reflexionar otros nombres como «Ar-Rahman» y le imputó particularidades paganas, judías y cristianas. Esperaba que esta fuera una ficha de dibujo para congregar apoyo para su religión recién expuesta. (Ver artículo:  San Judas Tadeo)

No obstante, es esencial distinguir que todo lo que concernió Muhammad del judaísmo y el cristianismo al islam fue circunstancial, y que en el fondo su noción de Dios continuaba siendo pagano. Vemos poca certeza de que la visión judeocristiana de Dios haya poseído un gran golpe en la cosmovisión corriente de Muhammad y sus partidarios musulmanes. Esto es indudable en los artículos de los teólogos musulmanes a lo largo de los siglos.

Con esto en mente, podemos consumar que Alá del Islam, aunque tiene particularidades análogas al Dios de la Biblia, fue un dios pagano manejado como utensilio política para articular a los árabes bajo el liderazgo deseoso de Mahoma. Una ojeada más contigua a la cosmovisión islámica nos ejempla que las tipologías paganas de Alá someten la mentalidad del musulmán. Cualquier semejanza entre Alá del Islam y el Dios judeo-cristiano son circunstanciales. Por ejemplo, en el núcleo de la doctrina islámica está la afirmación de que Alá es vulgar. Todos sus atributos proceden de esta concepción. Antiéticamente, en el núcleo de la fe judeo-cristiana está la afirmación de que Dios es particular. Todos sus caracteres se centran cerca de esa creencia. Aquí reside el gran cisma en las cosmovisiones de los musulmanes y los cristianos.

El conocimiento islámico de Alá somete el corazón y la imaginación de un musulmán, y por lo tanto, es el mayor inconveniente para la perspicacia de un musulmán del Dios judeo-cristiano de la Biblia. El Dios cristiano es un Padre íntimo y amoroso que ha ingresado en la historia humana para revelarse a nosotros y redimirnos de nuestro pecado. Él ha envanecido el precio por nuestro pecado para liberarnos, reponernos a su imagen y proporcionar la seguridad de la vida eterna.

Manifestar esto a un musulmán es como exponer la vida de un ave a un pez extrañado a un acuario. Va contra el grano de todo su régimen religioso y cultural. Aunque agraviante, es la mejor noticia que un musulmán puede recoger. No podemos concernir convenientemente con los musulmanes, ni logramos ayudar a un musulmán a concebir al Dios de la Biblia, hasta que hayamos entendido con exactitud el concepto de Alá en discrepancia con el Dios de la Biblia.

Doctrina

La doctrina sobre Dios en el Corán es severamente monoteísta, ya que Dios es uno y único; no tiene par ni igual. El trinitarianismo, la afirmación cristiana de que Dios es tres entidades en una sola, es repudiado reciamente. Los musulmanes entienden que no hay intermediarios entre Dios y la instauración que él creó en virtud de su neto orden. Si bien se cree que su representación está en todas partes, no está dispuesto en nada. (Ver artículo: novena a San Roque)

Él es el insuperable creador y mantenedor del universo, en donde cada impúber da testimonio de su elemento y potestad. Pero asimismo es justo y misericordioso, su ecuanimidad certifica el orden en su instauración, en el que nada se opina que está fuera de lugar, y su piedad es ilimitada y abarca todo. Su universo y ordenación del cosmos es visto como el acto de primera clemencia por el cual todas las cosas entonan sus glorias.

El Dios del Corán, puntualizado como solemne y soberano, asimismo es un Dios personal; se le reflexiona más cercano a uno que la conveniente vena yugular, y, cada vez que una persona en parvedad o angustia lo llama, reconoce, que por encima de todo, él es el Dios de la guía y lo expone todo, esencialmente la humanidad, de la manera atenta. Esta representación de Dios, en donde los caracteres de poder, justicia y clemencia se interpenetran, se atañe con el concepto de Dios participado por el judaísmo y el cristianismo y también rezaga drásticamente de las nociones de Arabia pagana, a los que suministró una respuesta práctica.

Los árabes paganos se opinaban en un destino ciego e inapelable sobre el cual los humanos no poseían control. Por este destino enérgico pero insensible, el Corán reemplazó a un Dios poderoso pero prudente y misericordioso. El Corán acarreó a cabo su monoteísmo fanático al impugnar todas las formas de idolatría y exclusión de todos los dioses y deidades que los árabes veneraban en sus santuarios, el más definido de los cuales era El santuario de Kaʿbah en La Meca. (Ver artículo: oración a San Marcos de León)

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