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mandamientos cristianos

Los mandamientos cristianos, estas 10 leyes provechosas fueron proporcionadas por el Dios creador para expresarnos cómo vivir una vida mejor ahora y encantar a Dios para siempre.

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Dios le suministró a Moisés los Diez Mandamientos en dos tablones de piedra en el Monte Sinaí en Éxodo 24:12 para ratificar los mandatos morales del Pacto del Sinaí entre Dios y su pueblo, los israelitas. Moisés refirió los Diez Mandamientos de Dios a los israelitas en el Libro de Deuteronomio.

Diez mandamientos cristianos

La generalidad de las sinagogas están visiblemente escritas, en hebreo, en una plancha de la pared. Por lo habitual, solo la inicial parte de cada dicho está trazada y, a menudo, los primeros cinco y los segundos cinco dichos se exponen en dos listas. Esto resuena a los judíos que Moisés recogió los Diez Dichos en dos tablas de piedra, en el Monte Sinaí.  (ver artículo: Santa Teresa de Lisieux)

Los Diez Mandamientos son las leyes esenciales de los judíos que le expresan al pueblo judío cómo corresponden vivir. Muchos países asientan sus leyes en estas reglas de igual forma. Los mandamientos son los siguientes:

  1. No poseerás más dioses que yo.
  2. No te harás ningún ídolo, ni te rendirás ante él ni lo adorarás.
  3. No obligues del nombre de Jehová tu Dios.
  4. Conmemorarás y guardarás el día de reposo.
  5. Venera a tu padre y madre.
  6. No debes ejecutar asesinato.
  7. No debes realizar adulterio.
  8. No debes robar.
  9. No debes dar certeza falsa contra tu prójimo.
  10. No debes tener envidia de los bienes de tu vecino. No tendrás envidia de su casa ni de su esposa, ni de nada que corresponda a tu prójimo.

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Significado

  1. El primer mandamiento es sobre la lealtad.

El Creador del universo expone que Él es nuestro Dios y nuestro libertador y nos solicita que manifestemos nuestro amor por Él al no tener otro todopoderoso. El Primer Mandamiento es el inicial de una serie de cuatro que delimitan nuestra relación con nuestro Padre Celestial. Instituir, desarrollar y mantener esa relación particular con el Dios verdadero y vivo es el compromiso más significativo que podemos hacer. (Ver artículo:  San Benito o San Benito de Palermo)

  1. El segundo mandamiento es sobre la adoración.

El único y auténtico Dios nos ama tanto que vive celoso de nuestro amor y no pretende compartir nuestro amor cuando nos empinamos ante ídolos sin sentido. El Segundo Mandamiento va al corazón de nuestra analogía con nuestro Creador. Se ocupa de varias preguntas decisivas. ¿Cómo descubrimos a Dios? ¿Cómo nos lo exponemos a nosotros mismos hacia los demás? Por arriba de todo, ¿cuál es la forma atenta de adorar al único Dios indiscutible?

  1. El tercer mandamiento es acerca de la reverencia.

Dios nos solicita que veneremos su santo nombre y que no lo utilicemos en vano. El tercer mandamiento se concentra en mostrar obediencia. Aborda la forma en que comunicamos nuestros efectos acerca de Dios a los demás y a Él. Abarca nuestras cualidades, habla y conducta. El respeto es la piedra oblicua de las buenas diplomacias. La calidad de nuestra correlación con Dios pende del amor y respeto que gozamos por él. También pende de la forma en que formulamos respeto por Él en apariencia de otros.

  1. El cuarto mandamiento es sobre la santificación y la relación.

Dios empieza el cuarto mandamiento con la palabra «Recordar». Esto es porque Él sabía que lo dejariamos de lado. Dios pide que lo conservemos apartado para los intentos Sagrados para que podamos aproximarnos más a Él. El Cuarto Mandamiento para conmemorar el sábado consuma la sección de los Diez Mandamientos que concretamente ayuda a definir una relación ajustada con Dios, cómo correspondemos amar, adorar y relacionarnos con Él. Expone por qué y cuándo correspondemos tomar un tiempo especial para aproximarnos a nuestro Creador.

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  1. El quinto mandamiento es sobre el respeto a la autoridad paterna.

Dios nos enseña a mostrar amor por nuestros padres al enaltecernos. El Quinto Mandamiento nos muestra una serie de Mandamientos que precisan las relaciones ajustadas con otras personas. Del quinto al décimo sirven como patrones de conducta en áreas del proceder humano que generan las secuelas de mayor alcance para los individuos, las familias, los conjuntos y la sociedad.

  1. El sexto mandamiento es sobre el respeto por la vida humana.

Dios nos pide que manifestemos amor y no odiemos a los otros al no asesinar. Debemos aprender a examinar nuestros genios. Tomar la vida de otra persona no es nuestro derecho a disipar. Ese juicio está circunspecto solo para Dios. Ese es el esfuerzo de este Mandamiento. Dios no nos consiente elegir espontáneamente o premeditadamente tomar la vida de otra persona. El Sexto Mandamiento nos perpetúa que Dios es el delegado de la vida y solo Él tiene la jurisdicción para tomarlo o para otorgar autorización para tomarlo.

  1. El séptimo mandamiento es acerca de la pureza en las relaciones.

Dios nos pide que formulemos y manifestemos nuestro amor por nuestro acompañante al no cometer adulterio. El adulterio es la violación del tratado matrimonial por la participación facultativa en la actividad sexual con alguien que no sea el cónyuge. Dado que la ley de Dios sanciona las recomendaciones sexuales solo dentro de un matrimonio genuino, el mandato de no ejecutar adulterio abarca, en principio, todas las diversidades de inmoralidad sexual. Ninguna analogía sexual de ningún tipo debe suceder fuera del matrimonio. (Ver artículo: San Francisco de Asís)

  1. El octavo mandamiento es sobre la honestidad.

Dios nos enseña a mostrar nuestro amor y acatamiento por los demás al no robar lo que les concierne. El Octavo Mandamiento conserva el derecho de todos a obtener y poseer legítimamente la pertenencia. Dios quiere que ese derecho sea honesto y privilegiado. Su aproximación a la riqueza material es ecuánime. Él quiere que progresemos y gocemos las consagraciones físicas. También espera que expongamos sabiduría en la forma en que utilizamos lo que Él nos suministra y no quiere que las haciendas sean nuestro objetivo primordial en la vida. Cuando advertimos las bendiciones materiales como un medio para conseguir objetivos más significativos, Dios disfruta percibiéndonos prosperar. Para Él es significativo que la generosidad en lugar de la codicia cause las disposiciones que tomamos.

  1. El Noveno Mandamiento es acerca de la Verdad.

Dios dice que si amamos a los demás, no debemos mentirles o engañarles. ¿Qué tan significativo es la verdad? La Biblia dice que Jesús es «el camino y la verdad». Para apreciar totalmente el Noveno Mandamiento con su contravención de mentir, debemos darnos cuenta de cuán significativa es la verdad para Dios. Jesucristo dijo de Dios Padre: “Tu palabra es realidad”. La Biblia guía que “Dios no es hombre, que debe mentir”.

  1. El Décimo Mandamiento es sobre el contentamiento.

Dios nos enseña a no codiciar, porque sabe que puede agarrarnos en un pecado aún mayor, no codiciar significa anhelar o ansiar, fundamentalmente en formas excesivas o impropias. El Décimo Mandamiento no nos dice que todos los deseos de nosotros no son inmorales. Nos dice que ciertos deseos están equivocados. La codicia es un deseo inmoral por algo que no es auténticamente nuestro. Eso suele ser porque el objeto de este deseo ya concierne a otra persona. Pero la codicia asimismo puede incluir nuestro deseo mucho más de lo que obteníamos auténticamente o sería nuestra parte genuina. (Ver artículo: San Juan de la Cruz)

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7 sacramentos cristianos

  • Bautismo: En el bautismo recogemos nueva vida en cristo. El bautismo impide el pecado original y nos da un nuevo origen en el Espíritu Santo. Su signo es la inmersión en agua.
  • Confirmación: La confirmación contrasta nuestra vida de fe en Jesús. Sus signos son la coacción de manos sobre la cabeza de una persona, más frecuentemente por un obispo, y la unción con aceite. Al igual que el bautismo, la confirmación se recoge una sola vez.
  • Eucaristía o Comunión: La Eucaristía sustenta nuestra vida de fe. Sus signos son el pan y el vino que recogemos, que representan el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
  • Penitencia: A través de la Penitencia recogemos el perdón de Dios. El perdón pretende ser pesaroso de nuestros pecados. En la penitencia tomamos la gracia sanadora de Jesús a través de la indulgencia del sacerdote. Los signos de este sacramento son nuestra confidencia de los pecados y las palabras de absolución.
  • Unción de los enfermos: Este sacramento une el desconsuelo de una persona enferma con el de Jesús y trae el perdón de los pecados. El aceite, distintivo de fuerza, es el signo de este sacramento. Una persona es dignificada con aceite y recibe la coacción de manos de un sacerdote.
  • Matrimonio: En el matrimonio, un hombre y una mujer bautizados se acoplan entre sí como un signo de la unidad entre Jesús y su Iglesia. El matrimonio pretende la aprobación de la pareja, tal como se expresa en las palabras matrimoniales. La pareja y sus anillos de boda son los símbolos de este sacramento.
  • Ordenes Sagradas: En las órdenes sagradas los hombres son establecidos como sacerdotes, diáconos u obispos. Los sacerdotes valen como líderes espirituales de sus colectividades, y los diáconos sirven para recordarnos nuestro convocado bautismal para ayudar a otros. Los obispos llevan las instrucciones de los apóstoles. Los signos de este sacramento son la coacción de manos y la unción con aceite del obispo. (Ver artículo: San Agustin o San Agustín de Hipona)

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