La filosofía cristiana es un elemento sustancial que ha planteado diversos problemas de nuestra realidad histórica, referidos al pensamiento. Ha sido objeto de múltiples interpretaciones, respuestas, algunas sin fundamento filosófico. Se ha confundido, por ejemplo, filosofía con teología, el cristiano sí filosofa, pero en base al espíritu cristiano.
¿En qué consiste la filosofía cristiana?
La filosofía cristiana marca el fin de la historia del pensamiento antiguo y abre las puertas a una nueva manera de pensar. Con el nacimiento de Cristo y la llegada del Cristianismo en el mundo, se abrieron espacios y diálogos entre la filosofía y la religión, para reflexionar sobre el origen y la existencia del hombre, estableciendo relación entre la fe y la razón, la naturaleza y la existencia de Dios.
Esta filosofía se mantiene dentro del horizonte de la revelación cristiana, la profesa y además vive en ella. En nuestros días, parece que estuviera superada por el racionalismo y la ilustración, el idealismo y las teorías de Kant.
Se debe enfrentar a la nueva época, el nuevo y rico pensamiento cristiano, el católico, sobre todo, para no dejar que desaparezca. Por eso han surgido nuevos enfoques metodológicos, adaptados a los hechos modernos, en el pensamiento cristiano.
Hay quienes rechazan la validez de la filosofía cristiana y otros que piensan que es la única manera posible de hacer genuina filosofía. En los siglos XIX y XX, el pensamiento católico era filosófico, no teológico.
Los filósofos no sólo pertenecen a la Iglesia Católica romana, también lo son aquellos que filosofan desde su espíritu de fe católica, así como los católicos convertidos. Esos que entraron en conflictos con la Iglesia y los que en su momento definieron a la filosofía cristiana. Todos ellos pueden representar el pensamiento católico, en sus maneras de verla, con sus problemas y crisis.
Concepto
En los círculos católicos del siglo XIX aparecía con frecuencia el concepto de filosofía cristiana, aunque no siempre bien definido y explicado. Pero se usó de manera consciente, diferenciando una filosofía de intención cristiana de una moderna emancipada. De allí surgieron varias tendencias que intentaron reivindicar el “verdadero cristianismo”. Intervinieron especialmente los tradicionalistas, los fideistas y los neoescolásticos.
Sin embargo, además de estas tendencias, hubo también filósofos y teólogos que trataron de evitar enmarcar a la filosofía cristiana en una simple tendencia o escuela determinada. Para Antonio Rosmini Serbati, filosofía cristiana es: “sencillamente, toda filosofía sana iluminada por la fe”.
Maurice Blondel y Johann von Kuhn crearon una definición más cristiana, aseverando: “es una reflexión natural, que presupone la fe cristiana como “hipótesis” a la que trata de verificar y entender con los propios medios”.
En el siglo XX se presentaron serias controversias tanto del lado de la filosofía como del lado de la teología. Una de ellas fue el escepticismo respecto al significado del concepto de filosofía cristiana.
Autores como Ludwig Feuerbach, Max Scheler y Emil Bréhier, apoyaban la separación estricta entre filosofía y teología, con tal ímpetu, que el concepto lo denominan sin sentido, como por ejemplo, una “matemática cristiana” o una “medicina cristiana”.
Martín Heidegger, por su parte, dice que es un “hierro de madera” y un intento de una “cuadratura del círculo”, afirmando que se buscaban una síntesis de la filosofía griega y una buena noticia bíblica, lo cual no era factible de ningún modo, ni principio.
Karl Jaspers parte del hecho de que toda filosofía presupone una especie de fe y por tanto, no puede llevar a cabo la meditación entre la razón y la existencia. Aun así, admite que hay una filosofía en esta unión inevitable de fe y saber, por lo que, con todo derecho, puede predicar el nombre de su fe especial.
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Filosofía cristiana medieval
Esta se desarrolló durante el período conocido como Edad Media, en Europa y el Oriente Medio, desde la caída del Imperio Romano de Occidente (siglo V), hasta la caída del Imperio romano de oriente (bizantino) en 1453.
Para esa época los problemas a dilucidar eran la relación entre la fe y la razón, la naturaleza y existencia de Dios, los límites del conocimiento y la libertad en el hombre, la naturaleza de los universales y la individuación de las sustancias divisibles e indivisibles.
Para algunos filósofos, la filosofía medieval se inició en el siglo II, cuando hubo el diálogo entre la filosofía helenística y las religiones monoteístas. La filosofía explicaba la existencia y los fenómenos del mundo que les rodeaba, por intervención del cristianismo.
La Verdad era buscada en la Biblia, máximo libro de sabiduría, al igual que los Evangelios, que indicaban e informaban que Dios creó al mundo y a todas las personas en la Tierra.
Por esa razón, la filosofía medieval cristiana se utilizó para explicar y apoyar las realidades que afirmaba el cristianismo, así también como para fomentar el correcto entendimiento de las mismas.
Quizá el nombre más preciso que pudiera servir para distinguir y definir el fenómeno intelectual de la cristiandad medieval, sea el de “teología filosófica”. Para desarrollar ese proyecto los teólogos medievales establecieron un vocabulario con nueva terminología y significados teológicos a los términos provenientes de otros campos del saber.
Muchos de los escritores cristianos estudiaron filosofía antes de convertirse al cristianismo y poder desarrollar la teología cristiana. Gracias a esos estudios pudieron percatarse de la necesidad de usar la filosofía y formar un cuerpo doctrinal. El más famoso de estos escritores cristianos fue San Agustín.
¿Qué debía resolver la Filosofía Cristiana Medieval?
Los tres grandes problemas a resolver por la filosofía medieval fueron “Dios”, las “Relaciones entre Fe y Razón” y “Los Universales”. La primera de estas cuestiones, la referida a Dios, plantea la necesidad que tenían los filósofos de explicar, usando métodos científicos, la existencia de aquel Ser Supremo, demostrar que no sólo era cuestión de fe sino también de ciencia.
La segunda sería respondida uniendo a ambas, sabiendo que no son incompatibles, según los autores de esa época, sino que al contrario, se convertirían en conceptos complementarios.
Hubo tres autores que se ocuparon de este problema, con diferentes posturas, entre ellos San Agustín, quien defendía que sólo existe una Verdad, que es la que surgía al confluir ambas corrientes. Averroes, por su parte, llamó al problema la Doble Verdad, según su punto de vista, ambas fuentes son independientes y por lo tanto igual lo serán sus resultados, aunque convergen en un punto común.
Esa postura de la autonomía armónica fue defendida por Santo Tomás de Aquino, quien alegaba que ambas, tanto religión y fe, compartían verdades que se explicaban sin necesidad una de la otra.
La tercera de las cuestiones, consistía en debatir si las ideas más generales y abstractas poseían existencias separadas e independientes del entendimiento humano, o si son sólo nombres o definiciones.
Los filósofos medievales encontraron tres respuestas distintas en aquella época de la Edad Media, que fueron aportadas por Roscelino de Compiègne, por Guillermo de Champeaux y por Pedro Abelardo, las cuales se repitieron en otras etapas y corrientes filosóficas, con distintos puntos de vista.
Roscelino de Compiégne
Juan Roscelino fue conocido por su polémica con Abelardo y Anselmo de Canterbury, en cuanto a la interpretación herética de la “Santísima Trinidad” integrada por tres dioses distintos. Teoría que fue condenada por la Iglesia y por tal motivo Roscelino tuvo que abjurar de sus principios, en el Concilio de Soissons en 1092.
Fue uno de los fundadores de la tradición nominalista “Nominalismo”, en la filosofía medieval. Roscelino creía que sólo existían las cosas sensorialmente perceptibles.
Guillermo de Champeaux
Este filósofo profesaba el realismo moderado, el cual reconoce la realidad objetiva de la naturaleza universal, pero existente en los individuos, siendo una en ellos por semejanza, no por identidad. Fue quizás el primer filósofo escolástico que expuso con claridad y seguridad la teoría creacianista, con la que explicaba el origen del alma humana.
Se inclinaba hacia la opinión de que el alma y el cuerpo se unían desde los primeros momentos de la concepción, siendo pionero en cuanto a teorías y opiniones, sobre este tema, que se presentaron muchos siglos después.
Pedro Abelardo
Filósofo, teólogo, poeta y monje francés, discípulo de Roscelino. No se conoce a ciencia cierta cuál fue su verdadera opinión sobre el problema de los Universales. Algunos críticos, biógrafos e historiadores, lo han ubicado dentro de los partidarios del conceptualismo y hasta le atribuyeron la invención de este sistema.
Pero seguramente, Abelardo estuvo indeciso y vacilante en relación a este punto, aunque dando preferencia a la solución nominalista, a juzgar por los testimonios de sus contemporáneos y algunas de sus palabras.
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Características de la Filosofía Cristiana Medieval
Durante la Edad Media, la filosofía cristiana se subordinó totalmente a la teología, e inclusive a la mística. Vale recordar que el cristianismo nació como un desafío revolucionario en contra de la realidad social y política, mientras estuvo vigente el poderoso Imperio Romano.
Al principio los cristianos primitivos, no aprobaban el uso de la investigación filosófica para aplicar el cristianismo, apoyados en la realidad que provenía de las culturas precristianas, paganas por esencia y definición.
Así que para dominar, por medio de un nuevo ideal de vida, el mundo pagano, idearon y construyeron una doctrina, un dogma, trabajando con conceptos y fórmulas del pensamiento griego. Este proyecto inició apenas dejaron de ser perseguidos y empezaron a conquistar a personalidades cultas e influyentes de la época.
Se conservaron magníficas obras filosóficas de aquella Edad Medieval, que sirvieron no sólo como base histórica sino también como inspiración a miles de estudiosos de épocas posteriores. Son válidas tanto las antiguas interpretaciones como las nuevas que han hecho a partir de aquellas.
Fueron recuperados algunos filósofos que habían sido olvidados, dándoles el verdadero valor que merecían. Veamos algunos de ellos.
Filón de Alejandría (Precristianismo)
Fue conocido también como Filón el Judío (Alejandría 15/10 a. C. – Alejandría 45/50), uno de los filósofos más reconocidos del judaísmo helénico. Según su teoría, la verdad trasciende la razón humana. El hombre alcanza la verdad sólo a través de la revelación, pero ésta no puede ser acogida sino con la fe. Sólo con la razón no se llega a la fe, pero desde la fe sí se llega a la razón.
Él se propuso helenizar la revelación bíblica, demostrar que los textos bíblicos podrían ser traducidos en el contexto de la cultura helénica, preparando así material para elaborar una teología basada en categorías filosóficas. Para Filón había realidades distintas de lo sensible y la más excelente era Dios, quien era incorruptible totalmente. Era un Dios creador, incognoscible para el hombre, inexpresable en términos humanos.
Si el hombre no puede aprehender la esencia divina es porque ésta se encuentra encerrada entre el espacio y el tiempo, pero Dios trasciende esos niveles, está más allá de cualquier contexto cualitativo y podrá nunca ser conocido, ni expresado plenamente.
Dios no permite ninguna determinación o forma, cualquier término empleado sólo lo designa parcialmente, sólo hay que lo hizo de manera privilegiada. Cuando Dios reveló el nombre a Moisés le dijo: “Yo soy el que soy”. Dios es el Ser por excelencia, es y será siempre y hace que todo lo demás sea. Este pensamiento de Filón y su planteamiento con algunas soluciones, fue un punto de partida para la posterior filosofía cristiana.
San Agustín
Fue San Agustín quien articuló las bases teóricas, para desarrollar la filosofía medieval cristiana. Trabajando sobre la prioridad teórica de las verdades reveladas, que estaban expresadas en la Biblia y la doctrina cristiana.
Estas verdades reveladas sirvieron como una especie de medida para regular argumentos filosóficos, respecto al contenido que provenía de la filosofía pagana, para así dirimir la verdad de aquellas afirmaciones.
Su manera de trabajar o modus operandi, era igual al de todo pensador cristiano, no sólo filósofo, que consistía en creer primeramente la verdad revelada e intentar entender lo creído.
Al utilizar argumentos filosóficos para esclarecer y defender la doctrina cristiana, no sólo era legítimo sino también un deber epistémico para el pensador, pues gracias a esa facultad racional es que los seres humanos nos parecemos a Dios. Si despreciamos la razón estamos despreciando la imagen de Dios en nosotros.
San Agustín dotó a los pensadores cristianos, de herramientas filosóficas, cuando articuló su cuerpo doctrinal. Con ellas podrán articular, exponer y clarificar su mensaje teológico.
En sus obras hay reflexiones “teológicas-filosóficas” que van desde la naturaleza del pecado hasta el misterio de la Trinidad. A través de esta teología filosófica pudo informar sobre el desarrollo teológico y filosófico de la Edad Media.
Algunas de las obras que se inscriben en esta tradición teológica-filosófica son: Cur Deus Homo, De Casu Diaboli, y De Conceptu Virginali et de Peccato Originali de San Anselmo; Theologia Summi Boni de Pedro Abelardo; De Sacramentis de Hugo de San Víctor; y, De Trinitate de Ricardo de San Víctor. En ellas no hay una distinción muy clara entre teología y filosofía.
La Filosofía Patrística
Así fue conocido el pensamiento de los primeros expositores cristianos, llamados los padres de la Iglesia, en cuyo ciclo predominó el idealismo platónico. En ella se articularon los dogmas cristianos, las defensas de las religiones y la iniciación a la Verdad de Cristo, la única posible.
Estos padres de la Iglesia estudiaron y difundieron estos conocimientos y lo llamaron Patrística, entre sus autores estaban Hipólito de Antioquía y San Agustín.
A través de esta corriente, San Agustín pudo tener la oportunidad de resolver el problema de la Fe y la Razón. No partió de la distinción entre la religión y la filosofía, sino que consideró a las dos como soluciones equivalentes para la necesidad vital del hombre de conocer la Verdad. San Agustín identificó los dos conceptos, sin confundirlos, sabiendo que la razón religiosa se alcanza con la fe y la filosofía se alcanza con la razón.
La Filosofía Escolástica
Entrando a la segunda etapa de la Filosofía Medieval, encontramos a la corriente Escolástica, a inicios del siglo XIII. Esta centuria se caracteriza por la metafísica, con influencia de Aristóteles y del neoplatonismo greco-árabe.
Estaban dispuestos a descubrir las causas profundas o esenciales, para después aplicarles el método científico por excelencia con la reinterpretación de Aristóteles. Todo esto avalado por las nuevas traducciones, que se estaban realizando en las Escuelas y Universidades en aquel momento, entre las que destaca la Escuela de Traductores de Toledo.
En esas escuelas se cultivó el saber teológico y filosófico, por medio del cual y a través de la ciencia de Aristóteles, se intentaría explicar la existencia sobrenatural de Dios. Sus principios son especialmente teológicos pero esencialmente filosóficos. De hecho se dijo, en aquella oportunidad, por un autor conocido, que la Escolástica trata problemas filosóficos que surgen en ocasión de cuestiones religiosas y teológicas.
Filosofía Tomista
Santo Tomás de Aquino, nacido en Aquino, cerca de Nápoles, Italia, fue quien desarrolló una teoría que conjugaba el cristianismo con las ideas aristotélicas, la cual tiempo después se convertiría en las ideas oficiales del catolicismo. Estudió Filosofía y Teología y además fundó la Escuela Tomista de Teología y Filosofía. Se le conoció como el Aristóteles cristiano.
Tomás se inclinó más hacia el predomino de la teología sobre la filosofía, dio gran importancia a la razón. Estuvo en contra de la teoría de la doble verdad, de Averroes, afirmando que sólo había una Verdad y dos maneras de llegar a ella.
Hay dos verdades, las naturales y las reveladas. A las primeras se llega a través de la razón y a las segundas, por medio de la fe. La razón sirve para demostrar los preámbulos de la fe, aclarar las verdades de la fe y así también para rebatir las objeciones en contra de la fe.
Santo Tomás de Aquino aportó cinco vías para demostrar que Dios existe:
Existencia del movimiento
Causa eficiente
Contingencia de los seres
Los grados sel ser
Argumento de la finalidad.
Reforma protestante
Constituye el rompimiento del Cristianismo (Siglo XVI), que dio pie a nuevas ideologías espirituales, independientes de la autoridad papal, a la cual rechazaban. Fue promovida por Martin Lutero (Alemania), Juan Calvino (Francia), Ulrico Zuinglio (Suiza) y Enrique III (Inglaterra) y se hicieron llamar Protestantes.
Apoyaban la interpretación libre de la Biblia, de acuerdo a la conciencia de cada quien, sin intervención de la iglesia católica. Vale acotar que en ese tiempo los creyentes estaban sumisos a un Papa, un Rey o un Emperador, quienes eran los que monopolizaban la interpretación de las Sagradas Escrituras. (Ver artículo: Cuántos papas hay en la iglesia católica)
Estos decidían sobre la absolución de los pecados y la salvación de las almas. Por ellos sostenían que la salvación se debe a la fe y no a las buenas obras, creían en que sólo el bautismo y la eucaristía eran los dos únicos sacramentos cristianos verdaderos y no era necesario que el sacerdote los otorgara en nombre de Dios.
No creían en el purgatorio y las indulgencias no sirven para perdonar los pecados. Con esos pensamientos y otros de aquella nueva corriente protestante, se identificaron distintas concepciones de Dios:
Los filósofos griegos creían que Dios no era el creador de las cosas, sino que era un ser supremo; los de la época medieval lo conciben como el creador, específicamente del hombre, ya que su alma fue creada a su imagen y semejanza y los teólogos de la Reforma al Cristianismo Protestante alegan que Dios es la salvación del hombre, pero por su fe y no por hacer buenas obras.
Este movimiento se originó y propagó por la intervención de distintos factores económicos, culturales, políticos y religiosos. Fue iniciado en Alemania en el siglo XVI e impulsó cambios profundos en la iglesia católica. (Ver artículo: Quién dividió la Iglesia Católica)
Martín Lutero
El más relevante de los promotores de este movimiento fue Martín Lutero. Fue teólogo, fraile agustino y reformador religioso alemán, gran estudioso de la Biblia y convencido de que la Iglesia Católica romana no cumplía con los preceptos contenidos en las sagradas escrituras.
Escribió y publicó en 1517 una crítica “Las 95 Tesis”, contra la corrupción eclesiástica, especialmente en contra de la venta de indulgencias. Su obra la clavó en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg.
Otros pensamientos de la Edad Media
No hay que dejar por fuera las tesis y opiniones de otros filósofos reconocidos y valiosos, de aquellas épocas, que aportaron su granito de arena, para la consecución de respuestas y soluciones a los problemas planteados.
Nicolás Maquiavelo
Pensador, politólogo italiano del siglo XV-XVI. Separó a la política de toda implicación religiosa. Su obra más conocida fue “El Príncipe”, escrita en el año 151 e impresa en el año 1531, en Roma, Italia. Era un tratado de ciencia política, que describía las características que debería tener un buen gobernante. Fue considerada como la primera obra moderna sobre política.
Thomas Hobbes
Fue un gran filósofo inglés, fundador de la Filosofía política moderna. Hobbes afirmaba que el hombre, en su estado natural, vive una guerra de todos contra todos, debido a las emociones que controlan su conducta y sus deseos. Sostenía además, que todo es material.
John Locke
Filósofo y médico inglés, uno de los más influyentes pensadores del empirismo inglés. Locke exponía que por naturaleza, todos los hombres son libres e iguales, con derecho natural a la propiedad, cuyo principal fundamento es el trabajo. La identidad de una persona, es básicamente su identidad de conciencia, los que tienen conciencia de su pasado, presente y futuro son quienes pueden identificarse como tal.
Jean Jacques Rousseau
Polímata suizo, escritor, botánico, naturalista. Rousseau sustentó un naturalismo teológico, cuando supuso que todo lo que Dios reveló al hombre lo hizo a través de la naturaleza, o a través de su consciencia. Consideró como un mal, el hecho de que el hombre abandonara el estado primitivo de la naturaleza y constituyera una sociedad.
René Descartes
Filósofo, matemático y físico francés. Con el empleo del método analítico examinó las consecuencias de suponer algún problema. Estableció límites entre la fe y la razón y definió la intuición como el conocimiento de las ideas. Entre sus obras importantes está: “El discurso del método”.
David Hume
Fue un filósofo, economista e historiador, nacido en Escocia. Sostenía que el conocimiento y la ciencia sólo pueden basarse en la percepción. Su primera obra se llamó “Tratado sobre la naturaleza humana”.
Immanuel Kant
Kant, filósofo alemán, considerado el pensador más influyente de la era moderna. Se preocupó por los conflictos sociales y políticos. Le dio prioridad a las ideas sobre las cosas y su teoría, llamada Idealismo Trascendental, tenía como propósito analizar la constitución del objeto científico.
Jorge Hegel
Filósofo, idealista alemán. Partía del ente individual como una fase de la evolución del absoluto. Ese absoluto era inacabado, ya que siempre está en proceso, su naturaleza es la idea o el espíritu. Al evolucionar la idea toma conciencia de sí misma en el hombre, quien a su vez, es el producto supremo de la evolución.
Del absoluto, decía Hegel, se generó el mundo, antes de la aparición de la naturaleza y el hombre. Su filosofía es racionalista y metódica y fue factor de gran influencia en los teólogos protestantes. Intentó solucionar los problemas del ser humano y poder entenderlos antes de explicarlos. Su propósito filosófico idealista u objetivo, fue el demostrar la síntesis y la unidad de toda diversidad.