San Esteban fungió como diácono de los 12 apóstoles que comandó Jesús en vida. El santo estuvo al servicio de ellos para compensar las tareas de predicar la palabra de Dios. La envidia y enemistad que obtuvo de varios sinagogas lo condujeron a la muerte. Conoce todos los detalles con la biografía de San Esteban.

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Biografía de San Esteban

La biografía de San Esteban no menciona un lugar ni fecha específica de nacimiento. Sin embargo, parte de su vida la pasó en Jerusalén tratando de ayudar a muchos sacerdotes. Los 12 apóstoles se interesaron por su inteligencia y gentileza de ayudar. Para ello, le asignaron la misión de repartir la palabra de Dios, mientras ellos se encargaban de donar bienes a los pobres. En este aspecto se asemeja a San Pablo y San Pedro, quienes fueron grandes amigos y excelentes apóstoles y promotores del verbo de Dios.

La mayor fuente fideligna que relata la biografía de San Esteban se encuentra en Hechos de los Apóstoles. La iglesia ortodoxa, católica y luterana rinden tributo a San Esteban por haber defendido su punto de vista con gran gallardía. A pesar de todas las acusaciones de los sinagogas, él se mostró paciente hasta el momento idóneo para defenderse. Desafortunadamente para él, todo el mundo estaba en su contra.

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Esteban tuvo la dicha de pertenecer a la lista selecta de diáconos elegidos por los apóstoles. Ellos manifestaron su conformidad con el santo, ya que demostró actitud positiva y no se retractó en ningún momento ante cualquier decisión solicitada de los caballeros. También ayudó a repartir limosnas a los pobres y surtir de alimentos a los enfermos. Aparentemente, Esteban nació como judío, pero en su juventud cambió sus convicciones para direccionarlas hacia Dios y todo lo que infiere a él.

La biografía de San Esteban destaca la admiración del hombre por el Espíritu Santo, al considerar a esta unidad trina como una fuerza superior que engloba todo lo creado. Ya con una carrera establecida y con un cúmulo de seguidores ganados, los sinagogas empezaron a difundir improperios sobre Esteban. Los adversarios lograron dirigir a San Esteban a la cárcel.

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Martirio de San Esteban

Poco a poco San Esteban perdió el respeto y consideración que había ganado de sus pueblos. Los judíos alegaron que todo lo dicho por el santo sobre Moisés y de Dios eran falsedades. Sus enemigos endulzaron a los acianos y a los más firmes creyentes para declarar en contra de Esteban en el sanedrín. Esteban fue calumniado injustamente, como le ocurrió a San Alejandro en el Concilio de Nicea por las mentiras de un sacerdote falso.

Los testigos fueron sobornados para testificar que Jesús sería el causante del derrumbamiento del templo en Jerusalén. En medio de las palabras que llenaron de decepción al santo, él permaneció inmovil. Los textos apócrifos referentes a la biografía de San Esteban, indican que él permaneció con el rostro de un ángel mientras escuchaba las blasfemias de la gente.

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El juez concedió la palabra a Esteban para exponer sus perspectivas. El santo comenzó a relatar en breves palabras la historia de Abraham y de su familia. De la misma manera, expone el momento cuando San José de Nazaret huyó de egipto gracias a las amenazas de Herodes con matar al hijo de Dios. Más adelante, se extendió al explicar el proceso en el cual los faraones conquistaron el pueblo, hasta hacerlo esclavo.

Muerte de San Esteban

El juez ni los sumos sacerdotes estaban convencidos de todo lo planteado por Esteban. En medida en que se iba defendiendo, la cólera de éstos aumento a tal punto de irse contra la humanidad del santo. Quienes estaban alrededor de la escena, tomaron sus palos y piedras para arremeter contra el mártir. Minutos  antes de morir, observó una imagen de Jesús que le extendía los brazos para marcharse con él.

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Sus últimas palabras fueron dedicadas a sus vergudos. El santo imploró a Dios para que no prestara atención a todas las injurias que se estaban diciendo en su contra. Luego de las constantes burlas y golpes, sacaron a Esteban del sanedrín para lapidarlo. Para la iglesia, este fue el primer santo que sufrió del martirio, por defender con justa razón los ideales de Dios.

En la ley de los judíos estaba estableida la pena de muerte para quienes decían mentiras. Al final de cuentas, los miembros de la sinagoga consiguieron el objetivo de derrotar a Esteban. La última súplica de San Esteban fue dedicada al Espíritu Santo, para que lo apoyara en su escalada al cielo.