Las costumbres cristianas, conforman un conjunto de reglas de comportamiento común, aplicadas a los miembros de una determinada religión. Pueden abarcar oraciones, peregrinaciones, celebraciones, festividades, entre otras…

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Creencias y costumbres del cristianismo

Hay buenas y malas costumbres. Estas representan una manera de hacer presente algo que ocurrió o que se acostumbraba a hacer en ciertas situaciones de tiempos pasados. Se transmiten de manera oral o escrita entre las generaciones, por medio de la familia, amigos, compañeros, miembros de la iglesia a la que se pertenece.

Entre las costumbres cristianas están orar, bendecir la mesa antes de comer, rezar antes de acostarse, predicar a otros la palabra de Dios, rezar el rosario en familia o en la iglesia, ser agradecidos, así como otras que sirvan a Dios. (ver artículo: Quien es Dios)

Costumbres cristianas en la Edad Media

Uno de los gestos más usados por nuestros antepasados era elevar los brazos y manos hacia el cielo, acompañando a una plegaria. Al pasar el tiempo, esto se fue reduciendo a replegar los brazos y cruzarlos ante el pecho, con las dos muñecas sobre el corazón.

Esto tiene la explicación en que Dios está en el cielo y el corazón es la sede de las emociones. La otra práctica, de unir las manos formando una especie de triángulo, aún no tiene alguna explicación concreta.

Apareció en la Iglesia cristiana hacia el siglo IX, aun cuando no está mencionada en la Biblia ni en ninguna otra parte. Al parecer está más ligada a la subyugación y la servidumbre, hay historiadores que la asocian con el acto de atar las manos de un prisionero, pasando a simbolizar la sumisión del hombre con respecto al Creador.

En la Edad Media los vasallos acostumbraban rendir homenaje y fidelidad a los señores feudales, usando las manos unidas. El cristianismo tomó ese gesto como signo de obediencia total del hombre a su superior. Más adelante, algunos autores cristianos lo enmarcaron en un origen más piadoso y pintoresco, diciendo que representaban la forma puntiaguda del campanario de una iglesia.

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Costumbres evangélicas

Los cristianos evangélicos se rigen únicamente por la Biblia, por lo que sus costumbres deben tener fundamento bíblico. Sólo practican dos ritos vigentes en ella, el bautismo cristiano, pero sólo a la edad consciente y la Santa Cena, además de las alabanzas, oraciones y cualquier otro mensaje fundado en la biblia.

Costumbres vigentes

La Navidad es una fiesta de resonancia universal, la cual no ha perdido vigencia dentro de las comunidades cristianas. El sólo hecho de que en todo el planeta se rijan por el calendario cristiano, da una idea de la importancia que tiene el nacimiento de Jesucristo para la humanidad en general. (ver artículo: Quien es Jesucristo para los católicos)

La Navidad no sólo es un recuerdo de este suceso histórico, el nacimiento de Jesucristo está ordenado a la Redención, a la Pascua. Es un misterio, según la terminología antigua, cuyo centro es la muerte y resurrección de Jesucristo, siempre presente, como alma de toda celebración litúrgica.

Se han conocido dos estilos de celebrar el nacimiento de Jesucristo, el sagrado y el profano. En el caso de la Navidad, se debe resaltar la importancia de su significado interior, no sólo el aspecto exterior, es decir, saber por qué y para qué se celebran esos días de navidad y poder vivirlas intensamente.

Alrededor de la liturgia cristiana de Navidad, a través de los siglos, se han formado una serie de costumbres tradicionales y folklóricas, que han creado un ambiente festivo, tanto en las familias como en las calles de los pueblos y ciudades.

En el siglo V compusieron cantos populares sobre el misterio de la Encarnación; San Francisco de Asís, en el siglo XIII, propagó junto a sus discípulos la práctica de construir pesebres o belenes en las iglesias y en las casas, acompañando los villancicos de Navidad.

Los  tonos sensibles e ingenuos de sus letras y melodías, se referían a los sentimientos de la Virgen y los pastores, viendo la pobreza que Dios había escogido al tomar un cuerpo humano.

https://youtu.be/gDf7kROxELE

Leyenda del Árbol de Navidad

San Bonifacio viajó con un grupo de personas a la región de la Baja Sajonia, alrededor del año 723. Iba a visitar a una comunidad de paganos que acostumbraban, en medio del invierno, realizar un sacrificio humano a Thor, el dios del trueno.  Por lo general la víctima era un niño, que colocaban en la base de un roble, supuestamente sagrado, conocido como el “Roble del Trueno”.

Llegaron justo a tiempo para interrumpir el sacrificio, en la víspera de la navidad. Bonifacio se acercó a los paganos, con su báculo en la mano y les dijo: “aquí está el Roble del Trueno, y aquí la cruz de Cristo que romperá el martillo del dios falso, Thor”.

El verdugo levantó el martillo para proceder a ejecutar al pequeño niño, Bonifacio extendió su báculo para bloquear el golpe y de manera milagrosa rompió el gran martillo de piedra, salvando la vida del pequeño.

Entonces se dirigió así al pueblo: “¡escuchen hijos del bosque! La sangre no fluirá esta noche, salvo la que la piedad ha dibujado del pecho de una madre. Porque esta es la noche en que nació Cristo, el hijo del Altísimo, el Salvador de la humanidad. Él es más justo que Baldur el Hermoso, más grande que Odín el Sabio, más gentil que Freya el Bueno. Desde su venida el sacrificio ha terminado.

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San Bonifacio

La oscuridad, Thor, a quien han llamado en vano, es la muerte. En lo profundo de las sombras de Niffelheim él se ha perdido para siempre. Así es que ahora en esta noche ustedes empezarán a vivir. Este árbol sangriento ya nunca más oscurecerá su tierra. En el nombre de Dios, voy a destruirlo”.

Enseguida cogió un hacha que tenía cerca y la blandió poderosamente hacia el roble, momento en que una gran ráfaga de viento voló el bosque, derribando el árbol con raíces y todo. Este árbol cayó al suelo y se rompió en cuatro partes.

Árbol del Niño Jesús

El pueblo estaba asombrado sin poder creer que este asesino del Roble de Thor no hubiera sido golpeado por su dios. Bonifacio señaló entonces a un pequeño abeto que estaba más allá de donde yacía el roble y dijo: “Este pequeño árbol, este pequeño hijo del bosque, será su árbol santo esta noche.

 Esta es la madera de la paz… Es el signo de una vida sin fin, porque sus hojas son siempre verdes. Miren como las puntas están dirigidas hacia el cielo. Hay que llamarlo el árbol del Niño Jesús; reúnanse en torno a él, no en el bosque salvaje, sino en sus hogares; allí habrá refugio y no habrán actos sangrientos, sino regalos amorosos y ritos de bondad”.

De esa manera nació la nueva tradición del árbol de navidad, la que se ha extendido hasta nuestros días. Cuando se lleva un abeto al hogar, se le decora con velas y adornos navideños, para celebrar el día del nacimiento del Salvador.

Con el tiempo fueron modificando la tradición, colocaban esferas o bambalinas, luces de colores, para representar la alegría y la luz que Jesucristo trajo al mundo. La estrella que se acostumbra poner en la punta del pino o abeto, representa la fe que debe guiar nuestras vidas y los adornos son como las buenas acciones y sacrificios, regalos que le daremos a Jesús en las navidades.

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Villancicos

Los villancicos se extendieron por todo el mundo junto a los nacimientos o belenes que instauró San Francisco de Asís. Nos recuerdan la alegría del nacimiento de Cristo y junto con las costumbres cristianas navideñas como decorar el árbol, poner el pesebre o belén, son parte de una Navidad cristiana.

En el siglo V fueron compuestos los primeros villancicos por los evangelizadores, tenían como finalidad llevar la Buena Nueva a los aldeanos y campesinos, quienes no sabían leer. Les narraban el misterio de la Encarnación en lenguaje popular y se inspiraban en la liturgia de la Navidad.

Con los villancicos se participa en la liturgia de Adviento y de Navidad. A través de ellos demostramos nuestra alegría y gratitud a Jesús, así como preparamos el corazón para el acontecimiento cristiano de la Navidad.

Belenes o pesebres

La tradición de los Belenes o Pesebres se difundió rápidamente por toda Italia y luego por el mundo entero, figurando hoy día como una de las tradiciones navideñas de casi todos los países del mundo.

Cuenta la tradición que el santo recorría la campiña que estaba cerca de la pequeña población de Rieti, durante el invierno de 1223. Así fue que la Navidad lo sorprendió en la ermita de Greccio, sitio donde tuvo la inspiración de reproducir el misterio del nacimiento de Jesús, en vivo.

Construyó una casita de paja, parecido a un portal, puso el pesebre en su interior, consiguió un asno y un buey, de los vecinos del lugar y animó a los presentes a representar la escena de la adoración de los pastores. Así mismo, la leyenda cuenta que en la escena aparecieron ángeles, se personificó la Santísima Virgen, San José y el niño Jesús, siendo un verdadero milagro.

Pesebre humano

Así se popularizó rápidamente la tradición de reproducir el nacimiento de Jesús en todo el mundo cristiano. En vez de seres vivos, se utilizaron figuras de yeso o cualquier otro material; el primero se construyó en Nápoles a finales del siglo XV y fabricaron las figuras con barro.

Se acostumbró usarlos en las iglesias y los sacaban en procesiones de Navidad. En las casas de familia se colocaban los belenes, junto a las cuales cantaban los villancicos, unidos entre familias, vecinos y amigos.

Esa tradición fue pasando de padres a hijos, así como la labor que hacen los artesanos para elaborar las figuras, con materiales sencillos hasta ir agregando otras innovaciones, que hacen que la magia de los pesebres no se pierda a pesar de los años.

https://youtu.be/d–vFKhJ5_Y