La fisiognomía se ha constituido en un arte, psicológicamente hablando, mediante el cual es posible conocer el carácter y conducta de una persona según su apariencia, en particular sus rasgos faciales e incluso predecir su destino. Entérate aquí de los orígenes de esta disciplina y cómo llevar a cabo un estudio fisionómico. Te sorprenderá.

Fisiognomía

¿Qué es la fisiognomía?

La sabiduría popular nos dice que es posible conocer muchas verdades de las personas a través de ciertos rasgos de su rostro e incluso revelarnos aspectos ocultos de su carácter.

Y precisamente esto es lo que nos enseña la fisiognomía, basada en la idea de que a partir del estudio del aspecto externo de un individuo, en especial de su cara, se puede conocer el carácter o personalidad de éste.

Algunos más osados aseveran que con la fisiognomía es posible incluso adivinar el futuro de la persona, lo que ha derivado en técnicas puntuales como la metoposcopia, que se ha referido como el arte de conocer el futuro de un individuo mediante las rayas de la frente.

La fisiognomía es una disciplina que ha sido catalogada como pseudociencia, en virtud de que sus conocimientos y prácticas no siguen el método científico, aun cuando sus seguidores alegan que es científica y utilizan terminología científica.

Muchos se preguntan ¿cuánto podemos llegar a conocer a un individuo solo por lo que nos muestra su rostro?

La fisiognomía ha podido desarrollar un método con el cual se puede llevar a cabo un efectivo estudio facial y lograr interpretar señales, gestos y marcas, que han permitido obtener un conocimiento mediante el cual se pretende establecer y describir la relación entre rasgos faciales y personalidad.

Fisiognomía

Etimológicamente el término fisiognomía proviene de la combinación de los vocablos griegos φύσις o “physis”, que significa “naturaleza”, y γνώμη, “gnome”, que se traduce como “juzgar” o “interpretar”, de la cual se ha derivado la noción llamada alternativamente portación de rostro, referida a lo que aporta la cara al temperamento de la persona, y que ha llegado hasta nuestro días como fisionomía o fisonomía.

Ésta ha sido definida como la disciplina que analiza el “aspecto particular del rostro de una persona”, o, también, “apariencia de las cosas”. En Teocentrismo se puede ahondar en esta disciplina mística.

Asimismo, observamos que también hoy en día en la geobotánica se emplea el término fisiognomía aludiendo al aspecto visual que muestra una determinada formación vegetal.

Esta pseudociencia se enfoca en la idea de que a partir del estudio de la apariencia externa de un individuo, sobre todo su cara, es posible determinar su comportamiento y forma de proceder y adivinarse su futuro. Te recomendamos leer sobre la interesante disciplina del Jainismo.

En estos casos cuando se hace referencia a la adivinación, se habla, entonces, más bien de una rama que se ha denominado metoposcopia, que no es más que el arte de conocer el futuro de la gente mediante las rayas de la frente.

Fisiognomía

Historia de la fisiognomía

La práctica de la fisiognomía es muy antigua y se remonta a épocas ancestrales, cuando ya se hacían intentos por relacionar el aspecto exterior de una persona con su personalidad y a partir de allí adivinar su porvenir.

Orígenes

La fisiognomía como práctica de análisis del comportamiento humano a partir del rostro data de los babilonios en la antigua Mesopotamia, en la que sus propiciadores, que aplicaban un procedimiento adivinatorio, creían que era posible adivinar el futuro de un individuo con solo mirar su cara.

Esta práctica se fundamenta en textos como la obra Physiognomica, un pequeño tratado sobre la materia que se atribuye al gran Aristóteles, en la que se presenta la relación entre los rasgos físicos permanentes y temporales de un individuo con sus cualidades y condiciones del alma.

Igualmente, el célebre Homero hizo mención a la apariencia física cuando explicaba que existía relación entre la fealdad de Térsites, guerrero de la guerra de Troya y el vicio moral y expresión conductual.

Fisiognomía

Aristóteles

Asimismo, en el área de la poesía como la del poeta griego Semónides, se da cuenta de este tipo de práctica.

Semónides comparaba, en su conocida Sátira contra las mujeres, distintos caracteres de mujeres con los de los animales, pues consideraba que los tomaban de la fauna o de los elementos de la naturaleza.

Estas son las evidencias que soportan la idea de que lo físico puede aportar información sobre lo psicológico o lo espiritual y tienen sus raíces más antiguas en Oriente, lo que resulta importante tener en cuenta  para poder entender bien cómo funciona la fisiognomía.

En medicina antigua también los médicos de la época definían el comportamiento a partir de la resistencia y fuerza muscular y según el color de la piel.

Ejemplo de ello fueron los médicos griegos Hipócrates y Galeno, quienes establecieron una clasificación de caracteres que los dividía en cuatro grupos; a saber: flemáticos, sanguíneos, melancólicos y coléricos.

Este primer intento por caracterizar los temperamentos humanos fue llamado Teoría de los cuatro humores.

Fisiognomía

Pitágoras, considerado el primer matemático puro, también dio su parecer al respecto y ha sido señalado por muchos autores como el primero en practicar la fisiognómica y definir sus principios básicos.

Algunos historiadores cuenta que el matemático para aceptar a un nuevo discípulo o amigo, éste debía someterse a su test fisiognómico, que le permitía conocer la verdadera esencia del individuo y no lo aceptaba en su escuela si tenía la cabeza y el cuerpo desproporcionado.

Los primeros argumentos en cuanto a procedimiento fisiognómico se establecieron en Atenas por el mago Zopyrus, quien se le conoció en el siglo V a. C. por dominar estas “artes”. Era contemporáneo de Sócrates.

En el tratado que escribiera Aristóteles, por su relevancia en sentar las bases de la fisiognomía, se establece que ésta se divide en dos partes, las cuales, según los expertos en el tema, se habrían desarrollado como volúmenes separados.

En el primero se hace una revisión de los fundamentos extraídos de la observación de la naturaleza y de los temperamentos del ser humano, enfocándose en varios aspectos de la conducta del individuo.

Fisiognomía

Pitágoras

En el segundo volumen se estudia el comportamiento animal y se divide este reino en caracteres hombrunos y feminoides, a partir de los cuales se hacen las debidas correlaciones entre signos físicos animales y signos físicos humanos que se reflejan o se corresponden con diversas actitudes en la conducta humana.

Posteriores a la obra de Aristóteles, se sucedieron otros estudios al respecto:

  • En el siglo II a. C. el de Polemón de Laodicea, Physiognomia,
  • En el siglo IV a. C., el trabajo de Adamantios el Sofista, Physiognomica,
  • En el siglo IV a. C., la obra de autor desconocido escrita en latín, denominada De Physiognomonia.

Supuestamente Aristóteles habría sustentado sus planteamientos sobre la relación entre personalidad y rasgos del rostro, según su concepción de que existía un estrecho vínculo entre cuerpo y alma tanto en el hombre como en los animales.

Esta tesis contó con varios seguidores en la antigüedad como lo fueron Plinio, Fedón de Elis, Séneca, Sexto Empírico y Cicerón, etc.

Siglos después, ya en la época medieval, Avicena y Averroes, filósofos árabes, trataron el tema y de allí quedó la referencia Liber ad Almansorem de Rasis.

También la Edad Media española dio cuenta de la fisiognomía presentando el libro del siglo XIII Poridat de poridades, que fue traducido al latín y pudo ser difundido por toda Europa bajo el título de Secretum secretorum, cuyo origen es un tanto turbio.

Este trabajo fue conocido también en Asia, según apareció en el libro en árabe aparecido en el siglo IX, el Sirr al-asrar, el cual habría sido recopilado en Siria, así como la traducción al aragonés que se encontró hecha por el Gran Maestre Juan Fernández de Heredia.

Fisiognomía

Sirr al-asrar

Del siglo XIII se reporta también una obra anónima de título De physiognomonia libellus, que fue muy popular como el tratado de Miguel Escoto, traductor en Toledo y en la Corte del emperador del sacro Imperio romano germánico.

Más tarde, el médico, profesor y filósofo italiano, Pietro d’Abano, publicó una Compilación de fisiognomía, al igual que Guillermo de Aragón que también escribió sobre la materia, entre muchos otros autores.

Con el advenimiento del Renacimiento y su filosofía de pensamiento mágico y organicista en pro de una correspondencia entre el macrocosmos o mundo natural y el microcosmos del hombre, la fisiognómica retomó nuevo auge, que se evidenció en trabajos como el Gerolamo Cardano y su De metoposcopia del año 1558.

Sin embargo, la obra más contundente sobre el tópico fue la del investigador y filósofo italiano Giovanni Battista della Porta, con su trabajo De humana physiognomia, del año 1586, que constaba de cuatro libros ampliados hasta seis en ediciones sucesivas, dedicados totalmente al tema.

En este libro della Porta empleó grabados de animales para ilustrar distintos rasgos humanos y sostuvo la creencia en la “doctrina de las marcas (signatures)”, refiriéndose a las estructuras físicas de la naturaleza, entre ellas raíces, tallos y flores, que consideraba marcas indicativas de su poder en medicina.

Fisiognomía

Giovanni Battista della Porta

En el siglo XVI comenzaron a presentarse cambios transcendentales en la disciplina, al iniciarse la asociación de la fisiognomía a la quiromancia y a otros métodos de adivinación como la metoposcopia, según Bartolomeo della Rocca, también conocido como Cocles en su Physognomiae ac Chyromantiae Compendium del año 1504.

Sin embargo, esta obra fue prohibida por la Inquisición al igual que la Introductiones apotelesmaticae in chyromantiam, physiognomiam, astrologiam naturalem, de Johann Rosenbach von Hagen, referida a las complexiones que llamó Hominum naturas planetarum, en el año 1522.

Muchos otros autores de esa época renacentista dedicaron tiempo a estudiar la fisiognomía, presentando sus enfoques y tendencias:

  • El sacerdote Jean Belot con su texto Instruction familière et très facile pour apprendre les sciences de chiromancie et physiognomie, en 1619.
  • Honorato Nicquet y su trabajo Physiognomia humana, en1648.
  • Filippo Finella con su obra De planetaria naturali Phisomonia en 1649.
  • Marin Cureau de la Chambree scribió L’art de connoitre les hommes en 1660.
  • Le Sieur de Peruchiol levó a cabo La Chiromance, la Physionomie et la Geomance, en 1663.

En el entorno español se contó en 1637 con la obra El Sol solo y para todos sol, de la filosofía sagaz y anatomía de ingenios, presentada por el sacerdote aragonés Esteban de Pujasol.

Edad Moderna

La práctica fisiognómica fue decayendo cuando comenzó a ser asociada a adivinos, charlatanes y personajes más bien bufones. Sin embargo, gracias al pastor suizo Johann Caspar Lavater, pudo ser  recuperada y popularizada nuevamente.

Esta época fue ampliamente utilizada por diversas áreas de la sociedad que la adaptaron a su entorno.

Lavater en el siglo XVIII dedicó su trabajo a resaltar las cualidades de la disciplina y publicó varios ensayos en alemán sobre la materia, que rápidamente se hicieron muy populares, en vista de que fueron traducidos al inglés y al francés.

Parte de su investigación estuvo sustentada en los textos del filósofo italiano della Porta, antes mencionado, así como en los del filósofo y médico inglés Sir Thomas Browne, cuya obra Religio Medici fue reconocida y muy apreciada por Lavater, en la que su autor plantea la posibilidad de distinguir cualidades y valores internos de la persona a partir de su rostro.

Browne también compartía la concepción planteada en los escritos del italiano della Porta, incluyendo su De la Fisionomía Celestial, en el que expone sus postulados de que el temperamento está influenciado por el carácter y la apariencia facial del hombre, no por las estrellas, como se creía anteriormente.

Johann Caspar Lavater

La fisiognomía fue igualmente utilizada, por ejemplo, por el pintor Charles Le Brun, quien la incluyó en su conocidísimo Méthode pour apprendre à dessiner les passions, que escribió en 1698.

En esa obra plasmó comparaciones en sus ilustraciones de las expresiones humanas con las de los animales. En el siglo XVIII hasta todo el siglo XIX la fisiognomía fue ganando paulatinamente terreno en el gusto popular.

En lo que al área biológica y médica se refiere, fue ampliamente promovida por Sir Charles Bell, cirujano, fisiólogo y teólogo escocés, mediante su Ensayo sobre la anatomía de la expresión, del año 1806.

Igualmente fue defendida por Burgess en su trabajo sobre La fisiología del rubor de 1839 y por Michel Duchene en su obra Mecanismos de la fisiognomía humana del año 1862.

Todos estos trabajos de alguna manera influyeron en las investigaciones del célebre Charles Darwin, quien, a su vez, respaldó la disciplina en La expresión de las emociones en los animales y en el hombre , que publicara en 1872.

En este trabajo, Darwin reforzaba los planteamientos del naturalista, antropólogo y  filósofo Herbert Spencer, con la intención de explicar la relación evolutiva entre expresiones faciales y funciones musculares.

Según su parecer, hay una serie de músculos asociados a emociones, actividades y estados de humor, que al activarse provocan cambios en los rasgos de la cara.

Ello da lugar a las expresiones de asombro, angustia, temor, satisfacción, de asombro, etc., que aportan ciertos datos acerca del carácter. Estos estudios tuvieron también influencia en obras de muchos novelistas de las corrientes del realismo y el naturalismo.

Se destacan los trabajos del novelista francés Honoré de Balzac, así como el de los retratistas, como Joseph Ducreux, pintor de retratos francés, quien perteneció a la corte de Luis XVI.

En esa época surgió la llamada “conexión Norwich de la fisiognomía” en el Reino Unido, por ser su sitio de origen, sustentada en los escritos de Amelia Opie, escritora inglesa del período romántico del siglo XIX, y del lingüista y escritor inglés, George Borrow.

Muchos otros famosos escritores de esta época describían sus personajes, aludiendo a su temperamento y aspecto físico, tal como se observa en las obras célebres del extraordinario autor británico Charles Dickens, el naturalista y novelista inglés Thomas Hardy y Charlotte Brontë, escritora inglesa, hermana de las también escritoras Anne y Emily Brontë.

Incluso en el ámbito literario estadounidense de ese siglo, Edgar Allan Poe, el reconocido escritor, crítico y poeta estadounidense, da cuenta de la fisionomía en sus relatos.

En esta edad moderna, se relacionó la fisiognomía con la también pseudociencia antigua de la frenología, que afirmaba que se podía determinar el carácter, personalidad, así como la tendencia criminal de un individuo a partir de la forma de sus facciones, cráneo y cabeza. Actualmente la frenología no tiene validez.

Fue creada por el anatomista y fisiólogo alemán Franz Joseph Gall y por el también médico alemán Johann Spurzheim en 1800 y tuvo popularidad en la Europa y Estados Unidos del siglo XIX.

Se enfocaba mayormente en el aspecto y forma de la cabeza, pues se basaba en el supuesto de que el desproporcionado desarrollo de las secciones del cerebro influía en la forma del cráneo y del carácter.

Igualmente, se relacionó la fisiognomía con la antropología criminal, que es la rama de la criminología que analiza y relaciona los aspectos antropológicos con la actividad criminal, promovida por Ezechia Marco Lombroso, mejor conocido con el pseudónimo Cesare Lombroso, quien fue criminólogo y un médico, fundador de la Escuela de Criminología Positivista.

Lombroso alcanzó cierta notoriedad al final del siglo XIX, relacionándolo con el racismo que se desarrolló a comienzos del siglo XX.

Siglos XX y XXI

Las manifestaciones de las facciones y las corporales siguió siendo materia de estudio de la psicología moderna, en lo referente a la teoría de los tipos de personalidad, basada en la fisiognomía.

Se plantean también otros argumentos de carácter pseudocientífico, que han alcanzado aceptación como lo es la Programación Neurolingüística, que es el  enfoque que engloba la comunicación, psicoterapia y el desarrollo personal, creado por Richard Bandler, modelador del área psicológica, y John Grinder, lingüísta en los años 70 en Estados Unidos.

En esta teoría se alude a expresiones corporales y oculares y su relación con estilos lingüísticos, que permiten clasificar las estrategias mentales y formas de pensar de las personas.

No obstante, es de señalar que la fisiognomía en el siglo XX ha sido asimilada prácticamente por la caracterología o el estudio del carácter.

El término caracterología fue propuesto por el filósofo alemán Julius Bahnsen para referirse a la construcción de tipologías y teorías sobre el carácter humano. Esta asimilación se puede observar en los trabajos, por ejemplo, del médico psiquiatra y neurólogo alemán, Ernst Kretschmer.

Igualmente en los desarrollados por el filósofo francés Gaston Berger, fundamentados Teoría Caracterológica de Renne Le Senne.

Se incluyen las obras del psicólogo estadounidense William Herbert Sheldon, fundador de la teoría de los somatotipos que buscaba relacionar los tipos de cuerpo con la conducta, inteligencia y clase social.

En estos siglos se han llevado a cabo estudios en cuanto a la correlación que hay entre el cociente intelectual y el volumen craneal, aun cuando no ha sido aceptada plenamente en el entorno científico la teoría que en ellos se plantea.

Asimismo, se ha presentado la teoría basada en la relación entre el nivel de testosterona, hormona esteroidea sexual, que se ha asociado con la agresividad, con características corporales como, por ejemplo, mandíbula prominente, dedos largos de las manos, así como la influencia de otras hormonas en la apariencia física y psíquica.

¿Cómo se realiza este estudio?

La fisiognomía plantea que todo está escrito en nuestro rostro, de manera que al estudiar cada una de las facciones se puede conocer y entender la personalidad, el carácter, las cualidades, el por qué de nuestras reacciones y conflictos, así como de las capacidades intelectuales.

Esta supuesta ciencia busca mediante pruebas o test observatorios de las facciones descubrir la relación entre el rostro y la personalidad y, como se ha señalado, adivinar el destino del individuo.

Los expertos señalan que gracias a la fisiognomía se logra establecer ciertas pautas que muestran las características principales de la personalidad y del carácter y se consigue conocer más a acerca de una persona con tan sólo observar los rasgos sobresalientes en su rostro.  

En el estudio se analizan cada uno de los rasgos faciales, que aportan un dato preciso en cuanto al temperamento y cualidad de la persona. Así tenemos:

  • Línea de crecimiento del cabello, revela la capacidad intelectual abstracta.
  • Forma de los ojos se refiere a la capacidad intelectual concreta.
  • Nariz muestra cómo son las emociones de la persona.
  • Perfil frontal da cuenta de la capacidad intuitiva.
  • Boca, define como es la persona instintivamente.
  • Forma de la cara horizontalmente da indicaciones de cómo es la persona interiormente.
  • Forma de la cara verticalmente expresa la voluntad de realización.

Asimismo, la forma del rostro en general muestra características que revelan rasgos de nuestra personalidad.

Por ello si se mira con detenimiento a una persona que no conocemos, solo de sus facciones, sin mediar palabra, podemos percibir su forma de ser por algunos de sus rasgos y saber si tiene mal carácter o si es una persona apacible.

Pero también podemos obtener información por la forma del rostro. Se presenta a continuación las seis formas de rostros más conocidas que hay y lo que nos transmiten en relación con la personalidad y el comportamiento.

  1. Rostro triangular nos dice que es un individuo muy activo, dinámico, siempre en busca de hacer algo, aun cuando denota también que es nervioso y ansioso. Se revela como muy astuto y busca obtener respuestas y resultado de lo que hace.
  2. Rostro cuadrado nos refiere a personas porfiadas y testarudas, pero voluntariosas, trabajadoras, prácticas. Tienen fines y cometidos bien definidos.
  3. Rostro alargado. Se trata de individuos sensibles, que se ilusionan con facilidad, pero tienden a ser irascibles y agresivos, cuando se decepcionan.
  4. Rostro redondo. Estas son personas plácidas, que no se alteran con facilidad, generalmente divertidas y les agrada los objetos de valor y lujo. Se apartan de lo que implica una situación conflictiva, pues les gusta sentirse seguras.
  5. Rostro ancho. Estos son los individuos de mucha fuerza y energía, siempre a la vanguardia, comunicativos y expresan de manera abierta su sentir. Se pueden decir que son los líderes, por lo que desarrollan habilidades sociales y son dados a atraer al sexo opuesto.
  6. Rostro rectangular. Estas personas se muestran muy seguras en su comportamiento y se hacen sentir en su entorno. Son cumplidores de sus compromisos, leales y buenos amigos.

De esta observación exhaustiva se extraen los aportes que ofrece la fisiognomía, a saber:

  • Definir el carácter; es decir, la forma como se expresa nuestra personalidad y como nos ven los demás.
  • Comprender el por qué de ciertas reacciones conflictivas, que llevan a relaciones problemáticas, y como solucionarlas.
  • Incrementar el nivel de autoestima, conociendo mejor las verdaderas capacidades.
  • Mejorar las relaciones entre las personas.
  • Comprender el por qué no se controlan algunas emociones y como aprender a hacerlo.
  • Cómo entender mejor a la pareja, hijos, familiares, amigos, etc.
  • Saber escoger la profesión adecuada, según nuestras aptitudes.

Este estudio puede resultar de mucha utilidad en distintas situaciones tanto a nivel personal como profesional. Entre las muchas aplicaciones en la que pudiéramos emplearlo están:

  • Compatibilidad entre parejas y familiares, entendiendo sus reacciones.
  • Toma de decisiones transcendentales.
  • Manejo de situaciones conflictivas.
  • Conocer mentiras y engaños.
  • Promover la comunicación con personas recién conocidas.
  • Mejorar las relaciones con los superiores o subordinados.
  • Optimizar las habilidades de ventas o comerciales.
  • Contratación de nuevo personal.
  • Selección de empleados para promociones o ascensos.
  • Decisiones sobre el aceptar un nuevo trabajo o cargo.
  • Manejar de manera efectiva las relaciones con socios o accionistas.
  • Detección temprana de enfermedades o dolencias latentes.
  • Mejor conocimiento sobre uno mismo, en cuanto a habilidades, talentos y objetivos a seguir.
  • Descubrir tu destino o posible futuro.