Peregrinación a Lujan: Una muestra pura de fe en Argentina

PEREGRINACIÓN A LUJÁN

La Peregrinación a Luján es una de la devociones marianas más importantes de Argentina, en ella confluye cada año el pueblo de este país, sin distinciones y con un mismo objetivo, recorren más de 70 kilómetros para llegar al altar de la Santísima Virgen de Luján. ¿Quieres saber por qué?, te invitamos a conocer sobre la Peregrinación a Luján, aquí.

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¿Por qué ir a la Peregrinación de Luján?

Luján es una ciudad que se encuentra ubicada al noreste de Argentina, entre las características que la han hecho ser reconocida en el mundo, está la realización de la Peregrinación a Luján, en ella se encuentra un templo de advocación mariana cuyo nombre es la Basílica de la Inmaculada Concepción de María y es llamado también Santuario de Luján.

Desde hace muchos años los argentinos veneran una imagen de terracota de la Santísima Virgen María, esta hermosa imagen forma parte de la historia, cultura y gentilicio del país argentino. ¿Por qué ir a la Peregrinación a Luján?, porque es la mejor oportunidad de conocer la demostración de amor mariano más importante de esta región, esto si fuera como turista, pero para el pueblo argentino tiene una connotación y una importancia que va mucho más allá, su fe.

La Peregrinación a Luján es entonces una expresión multicultural y religiosa, en donde la Santísima Virgen de Luján sirve como la amalgama perfecta que permite crear una historia religiosa en común para el pueblo argentino. La presencia y protección de la Santísima Virgen ha hecho la vida de los argentinos más llevadera y menos dolorosa, incluso en los momentos más difíciles de la nación, es por ello que el pueblo peregrina hasta Luján en un acto de reconocimiento y agradecimiento.

Todo el pueblo argentino, sin la necesidad de ser religioso, se siente protegido por el manto azul y blanco de la hermosa Virgen de Luján. Incluso la vocación mariana ha crecido con el tiempo, sin embargo, la construcción del tercer templo fue el reconocimiento de la devoción de un pueblo leal a su tradición, incluso antes de que la virgen fuera nombrada Patrona de las Tres naciones del Plata.

Este nombramiento se debe a la ocupación de la hermosa imagen mariana en el territorio del antiguo Virreinato del Río de la Plata, el cual estaba conformado por territorio de las Repúblicas del Paraguay, Uruguay y Argentina.

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Es por este motivo que la Peregrinación a Luján permite reconocer una parte importante de la identidad nacional argentina, ayudando a construir los recuerdos en la memoria de los peregrinos, los cuales guardan la misma devoción y respeto a personas comunes, héroes nacionales y padres fundadores de la nación, en la misma peregrinación.

Esta actividad permite a propios y visitantes poder conocer el país con otros ojos y el Santuario es la excusa perfecta para voltear la mirada hacia la Pampa, es la razón propicia para desviarnos del camino que nos lleva a la ciudad y ver la Argentina de tierra adentro. Tanta gente acude a ella, que la Peregrinación a Luján se ha convertido en el lugar común de los argentinos. Luján es un sitio para renovar las fuerzas, encontrarse con el amor maternal de la Virgen, reconocer el afecto filial y el fraternal.

La imagen de la virgen María en el Santuario de Luján es el punto de encuentro, el sitio donde no hay desigualdades, ella permite el contacto entre hermanos que no necesariamente se conocen, pero que van a rendir honores y pedir favores para que la Santísima Virgen interceda ante su Hijo y ante el Dios Padre.

La Peregrinación a Luján es entonces una invitación para recibir la paz y sentir la unidad de un pueblo, por todo ello y más debemos darnos la oportunidad de vivir la experiencia de participar en ella.

¿Cuándo se realiza esta actividad?

La festividad mariana se celebra todos los 8 de mayo, sin embargo, como se trata de la imagen de la Inmaculada Concepción, también se celebra el 8 de diciembre. Para estas fechas la ciudad de Luján se llena de feligreses que desean venerar a la virgen. Cada año se hace un lema que permite identificar la Peregrinación del año.

Suele iniciar en la Basílica de San José de Flores, a primera hora de la mañana. La peregrinación va visitando cada uno de los lugares o poblados que están en el recorrido, en donde se van sumando más fieles.

A pesar de que el 8 de diciembre es la fecha de la festividad mariana, la fecha de la peregrinación puede variar un poco cada año, sin embargo, siempre será muy cercana al 8 de diciembre, dos días por debajo o dos días por encima de la fecha, si no es exacta. No obstante, aún y cuando estas son las fechas de mayor afluencia, la peregrinación a Luján se produce durante todo el año, siempre hay grupos o personas en solitario, que realizan esta actividad.

Historia de la Peregrinación a Luján

Es necesario conocer la historia de la Virgen María de Luján para poder entender la razón de la advocación mariana y el nacimiento de una tradición que permanece hasta nuestros días y se fortalece con el tiempo, como es la Peregrinación a Luján.

Comienza en el año 1630, la historia refiere a un hacendado de nacionalidad portuguesa de nombre Antonio Farías Sáa, el cual se encontraba residenciado para la fecha en el poblado de Sumampa, hoy en día se conoce a esta localidad con el nombre de provincia de Santiago del Estero, en Argentina.

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Este hacendado deseaba construir en sus tierras una capilla en honor a la Virgen, para ello le pidió ayuda a un amigo coterráneo que se encontraba residenciado en Brasil, con la finalidad de que le enviara una imagen de la Inmaculada Concepción de María.

Para que Antonio Farías Sáa tuviera la oportunidad de elegir la imagen de la Virgen que más le gustara o se adecuara al espacio construido para ella en la capilla, su amigo no le envío una imagen sino dos. Ambas arribaron a tierra argentina en mayo del año 1630, protegidas especialmente para el viaje, venían en grandes cajas de madera.

Para trasladarlas a la hacienda utilizaron una carreta, el camino era largo y debían hacer un alto en Zelaya, un paraje que se encontraba para la época a 5 leguas de Luján. Pernoctaron, dieron de comer y beber a los animales que alaban las carretas de la caravana pero al día siguiente, listos para retomar el camino hacia Luján, los bueyes no pudieron mover la carreta en donde se encontraban las cajas con las imágenes de la Virgen de la Inmaculada Concepción de María.

Realizaron varios intentos, pero les fue imposible mover la carreta, en virtud de que debían continuar el camino decidieron bajar una de las cajas y así fue como los bueyes lograron mover la carreta y continuar el viaje. Sin embargo, debido a la intriga de saber qué era lo que había dentro de la caja que pesaba tanto como para impedir que los bueyes lograran mover la carreta, decidieron abrirla para ver su contenido.

La sorpresa fue que dentro de la caja solo había una imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción de María elaborada en arcilla cocida, que media solo 38 centímetros de alto. ¿Cómo era posible que una imagen tan pequeña hubiera impedido que los bueyes movieran la carreta?, la única interpretación posible es que la virgen había elegido quedarse allí.

Ante este hecho providencial, los pobladores decidieron entregar la imagen a Don Rosendo de Trigueros, quien era el dueño de la casa que se encontraba en el lugar y que actualmente es la localidad de Zelaya, del partido del Pilar.

La segunda imagen sí llegó a su destino, se trataba de la Virgen María con el niño Jesús en sus brazos. Fue construido su santuario en el año 1670 y fue venerada con la advocación de Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa.

Por su parte, a la imagen que quedó al cuidado de Rosendo de Trigueros también se le construyó una capilla en el año 1633. Esta imagen comenzó a recibir fieles que querían rendirle culto. Asimismo hubo un esclavo que comenzó a cuidar de ella y así lo hizo por más de cincuenta años, llegó incluso a ser libre y dejó saber que su libertad se la debía a la Virgen.

Rosendo de Trigueros falleció en el año 1671, a pesar de haber quedado casi solitario el lugar, los vecinos y devotos de otras partes no dejaban de visitar la pequeña imagen de la virgen. Se decía que era milagrosa y cada vez más personas acudían a ella en busca de un milagro o simplemente para honrarla y agradecerle, en consecuencia se presentaba el problema de que no había sitio en donde albergarse y cada vez la capilla quedaba más pequeña. Entonces se decidió que había que mudar a la imagen de la virgen a otro lugar.

Doña Ana de Matos ofreció su hacienda, la cual quedaba ubicada a orillas del río Luján. Se la compró al cura Juan de Oramas quien era un heredero de Rosendo de Trigueros y llevó la imagen a su estancia, que queda ubicada en lo que conocemos hoy en día como la ciudad de Luján.

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En la hacienda le construyeron una capilla; cuenta la historia que esa capilla fue construida por Manuel Casco de Mendoza, el esclavo que la había cuidado desde su llegada a la hacienda de Rosendo Trigueros y ahora como hombre libre, era reconocido como el mayordomo de la Virgen. Aunque no estuvo solo en la construcción, fue ayudado por un fraile carmelita y un capellán de nombre Pedro de Montalbo.

En principio solo tenía un oratorio mientras se construía la capilla, la cual se concluyó y se bendijo en el año 1677. Luego en el año 1730,  en donde estaba la capilla se creó la Parroquia de Nuestra Señora de Luján. Posteriormente en el año 1755 la población es llamada Villa de Nuestra Señora de Luján.

La Virgen era reconocida y amada por muchos,de modo que para el año 1762 se inició la construcción de un nuevo Santuario, el cual fue terminado un año después. Se le adjudica a la Virgen de Luján el milagro de haber salvado al Padre Jorge María Salvaire un sacerdote vicentino que fue atacado por los indígenas y logró sobrevivir. En gratitud a la virgen mandó a construir el templo de estilo gótico del siglo XIII con dos torres laterales que tenían 106 metros de alto.

El 8 de Mayo de 1887 es coronada la imagen de la Virgen. El Padre Salvaire inicia el proyecto del nuevo Santuario que tardó 45 años en concretarse. El Papa Pío XI la proclama Patrona de Argentina, Uruguay y Paraguay, en el año 1930. La Basílica fue concluida en el año 1935.

La peregrinación a Luján se reconoce con fundamentos probatorios desde las últimas décadas del siglo XIX. Sus participantes crecían en número y la repercusión que tenían las expresiones religiosas de manera colectiva, estaban organizadas por distintos sectores, instituciones y comunidades indígenas, las cuales se articulaban con actores eclesiásticos y políticos.

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Esta actividad se vio favorecida con la construcción del Ferrocarril del Oeste, el cual unía a Buenos Aires con Luján, esto se produjo en el año de 1871. Pero no solo se realizaba la Peregrinación a Luján, para la época también existían otras peregrinaciones que tenían su origen en distintos  motivos   locales y sus representaciones trataban de imitar sucesos relacionados con  Roma.

El Santuario también tuvo un impacto positivo en la Peregrinación a Luján, sobretodo a principios del siglo XX, ya que existen evidencias de la realización de un recorrido por parte de otras peregrinaciones vinculadas a ese espacio religioso y cultual, sobretodo en las fechas de las celebraciones del Centenario de la revolución de mayo.

La Peregrinación a Luján comienza entonces a tener reconocimiento, no solo por las poblaciones originarias de Argentina, sino también por poblaciones migrantes, como la italiana, ya que existen pruebas de los esfuerzos por parte de estas comunidades italianas de la Provincia de Buenos Aires, para incorporar esta peregrinación a sus prácticas religiosas y culturales.

Para la época, este tipo de actividades devocionales estaban siendo reconocidas como algo propio de Argentina y la población migrante de religión católica, en su búsqueda por pertenecer y formar parte de su nuevo entorno. De modo que intentaban que la Peregrinación a Luján fuera una manera para sentirse identificados y reconocidos como una sola sociedad.

Esta actividad religiosa también tiene relación con las peregrinaciones villeras a Luján y el Movimiento Político Villero Peronista. De hecho, la peregrinación a Luján fue promovida por el Movimiento de Sacerdotes, quienes se encargaban de motivar y promover la participación de los sectores populares, que para la época eran prácticamente invisibles, no solo para el gobierno imperante, sino también para otras parroquias.

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En ese momento la Peregrinación a Luján toma un tinte diferente, que permitió un coqueteo entre lo religioso y lo político por parte de las personas que vivían en la villas y que además era promovido por el movimiento sacerdotal, más con un propósito libertario y emancipador que religioso, pero allí estaba esta actividad como espacio de encuentro para concientizar a los villeros acerca de  la  situación de las Villas, convirtiéndose de alguna manera en un canal de comunicación para que sus demandas fueran escuchadas.

A partir de ese momento, Luján comenzó a ser reconocido como centro devocional mariano y lograba aglutinar varias peregrinaciones al año. Los estudios en referencia la Peregrinación a Luján, permiten reconocer que esta actividad fortalece el encuentro de culturas y etnias.

A partir de la mitad del siglo XX se comienzan a producir peregrinaciones anuales, realizadas por residentes bolivianos. Como podemos ver, se trata de una pluralidad de agentes sociales que confluyen en la búsqueda de una legitimidad religiosa e incluso política, donde la recreación de lazos religiosos contribuyen en el conocimiento del culto mariano y lo complejo del mismo.

Existen además muchas anécdotas de la historia del país argentino que se encuentran ligadas a la veneración de Nuestra Señora de Luján, entre ellas podemos comentar que cuando se inauguró el primer Santuario de la Santísima Virgen de Luján, muchos de los próceres argentinos mostraron su fe y se encomendaron ante la Virgen de Luján.

Cuenta la historia que el Coronel Domingo French, devoto de la Virgen de Luján, la nombró patrona de su Regimiento Nº 3 de Infantería. También José de San Martín se encomendó ante Nuestra Señora de Luján antes de partir hacia el Perú en su campaña libertaria, a su regreso entregó una de sus espadas, como muestra de gratitud hacia la virgen.

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La imagen de la Santísima Virgen María

La descripción detallada realizada por el Padre Salvaire, nos permite conocer la imagen original de la virgen en la época próxima a su llegada a tierra argentina, dicha descripción fue realizada en el año 1885. La describe como una imagen pequeña, en la que se puede observar que las facciones de la Virgen son delicadas y menudas, pero las proporciones le brindan armonía.

Su rostro tiene forma ovalada y muestra un semblante modesto, dulce y risueño, que transmite al mismo tiempo bondad y respeto. Su frente es amplia y sus ojos son grandes y de color azul. La forma arqueada de sus cejas negras enmarca sus ojos. Tiene labios encarnados proporcionales, sus mejillas son rosadas. Su mirada está dirigida un poco hacia la derecha y el color de su tez es moreno.

Sus manos son delicadas, bien formadas y se encuentran juntas, uniendo sus palmas y aproximadas al pecho, con un movimiento que invita a reconocer la ubicación de quien humildemente ora. Está vestida con un manto de color azul, con estrellas blancas, en la parte inferior del manto tiene una túnica de color piel. Sus pies están sobre nubes y entre las nubes, como si saliera de ellas, hay una media luna.

La luna puede ser reconocida como la señal utilizada para denotar a las vírgenes inmaculadas. Entre las nubes emergen cuatro querubines con sus alas desplegadas y de color ígneo. El material utilizado para elaborar la imagen de la virgen es arcilla cocida.

Salvaire en su descripción indica la fidelidad de la historia, tanto de la llegada de la imagen de la virgen como de la imposibilidad de avanzar de la carreta. Además hace referencia sobre la posibilidad de que se hiciera efectiva la solicitud de enviar la imagen, ya que para la época señalada existía alianza entre España y Portugal. Está comprobado que la imagen es de origen brasileño y fue elaborada en el Valle de Paraíba, el cual se ubica en el área jurisdiccional de la ciudad de San Pablo.

La imagen de la Virgen ha sufrido ciertas modificaciones con los años, una de ellas es la vestimenta, así como el material, ya que fue recubierta con láminas de plata para evitar que se deteriore.

Para el momento de la coronación en el año 1887, Salvaire agregó a la imagen la rayera gótica, que podemos describir como la estructura en forma de rayos que parecen salir de la figura. La imagen de la Virgen tiene actualmente una corona con los escudos de Argentina, Paraguay, Uruguay y España, también tiene una aureola y su vestido es de color azul y blanco.

Capilla, Parroquia, Santuario, Basílica de Luján

La Peregrinación a Luján es una de las devociones religiosas que representan e identifican al pueblo argentino, gracias a esto es posible afirmar que la Virgen de Luján logró reunir al país en una sola expresión mariana, incluyendo a sus migrantes y otros países hermanos, indistintamente de su religión y su identidad cultural.

Esta afirmación se sustenta en la historia y en la fidelidad devota de quienes participan y de quienes año tras año se suman a esta peregrinación. En ningún momento se habla de una hegemonía religiosa, sino que muestra el lugar en el que se encuentra la Virgen de Luján, que forma parte de la identidad nacional y cultura de la tierra argentina.

El reconocimiento de la imagen de la Virgen de la Concepción ocurre desde el momento en que llegó al territorio, que en tiempos de la época colonial formaba parte del Virreinato del Río de la Plata, el cual estaba conformado por los territorios de las actuales Repúblicas de Paraguay, Uruguay y Argentina.

Desde esa época comienza a formarse la devoción mariana, la cual alcanza un mayor auge cuando la imagen de la Virgen llega a manos de la Sra. Ana de Matos y el Padre Montalvo, que luego fue apoyada por Lezica y Torrezuri al crear la “Villa” y llegando a su mayor reconocimiento con la participación del Monseñor Aneiros y el Padre Salvaire.

La construcción de un tercer templo dedicado a la Virgen, el cual fue nombrado como “Santuario Nacional”, declaró el alcance de la devoción mariana y su reconocimiento a nivel nacional, cuando en el año de 1930 le otorgaron el título de “Patrona de las tres naciones del Plata”.

Pero como se trató de un proceso largo, a continuación contaremos paso a paso y año tras año cómo la devoción por la Virgen de Luján permitió que el lugar en donde se encuentra su imagen pasara de ser una sencilla capilla, a una parroquia y luego a un Santuario, hasta llegar a convertirse en una Basílica.

Cronología

Como ya hemos señalado, en el año de 1630 ocurre la llegada de la imagen al virreinato de España, para esa época España y Portugal estaban unidas por el Rey Felipe II, por lo tanto, Brasil que era una colonia portuguesa, lo estaba también con las tierras del Río de la Plata. Las imágenes de las vírgenes venían de Pernambuco, Brasil. Como dice la historia, una de las dos cajas tuvo que ser dejada en tierra a unos 25 kilómetros de donde se encuentra actualmente la Basílica.

Cuando abrieron la caja para ver qué pesaba tanto como para que los bueyes no pudieran mover la carreta, encontraron en el interior una imagen de 38 centímetros de alto de la Virgen de la Inmaculada Concepción. Este hecho se consideró providencial  y en ese lugar se levantó una ermita en la que la imagen de la sagrada Virgen permaneció por 41 años.

Sin embargo, la noticia de que la virgen eligió ese lugar para quedarse empezó a darse a conocer, y las personas comenzaron a visitar a la Virgen. De esta manera se inicia una devoción mariana que se convirtió con el tiempo en la Peregrinación a Luján.

La muerte del dueño de los terrenos en el año 1671 y el posterior abandono del lugar, produjo la necesidad de que la imagen fuera trasladada a la hacienda de Doña Ana de Matos, ubicadas a orillas del río Luján.

En este lugar se construyó una hermosa capilla y la imagen permaneció allí durante 14 años. En el año 1677 el capellán Don Pedro de Montalvo le adjudica su sanación a un milagro de la virgen y en agradecimiento decidió construir un Santuario. Doña Ana de Matos sin pensarlo, donó los terrenos para la construcción de lo que sería el primer Santuario de la Virgen. El mismo se terminó de construir en el año 1685.

Las personas visitaban a la virgen, cada vez los viajes se hacían con mayor frecuencia y el número de personas aumentaba, pero no tenían dónde quedarse y en oportunidades recorrían grandes distancias. Entonces comienzan a construirse casas en terrenos cercanos al Santuario, y se conforma una villa, la Villa de Luján, pero la presencia de la virgen fue realmente el motivo de que las personas comenzaran a vivir en ese lugar, por ello se considera a la Virgen su fundadora, quien permaneció en este Santuario por 55 años.

El Fray Juan de Arregui en un acto de gratitud a la virgen decide construir otro Santuario, su tamaño era verdaderamente grande, sin embargo la construcción no tuvo una buena ejecución y se derrumbó.  En el año 1730 quedó solo un salón provisional de unas 50 varas de largo. En el año 1740 la imagen de la santísima Virgen es trasladada a ese lugar y colocada en un nicho, en donde permaneció por otros 20 años.

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El Obispo de Buenos Aires en el año 1753 da la orden de demoler el Santuario que había mandado a construir el Fray Juan de Arregui y le solicita al diacono Juan de Lezica la construcción de un nuevo Santuario.

Este fue terminado en el año 1963, la imagen de la Virgen fue llevada al tercer Santuario construido para ella y fue colocada en el lugar cumpliendo con todos los actos solemnes. Cabe mencionar que durante los años de construcción del tercer santuario, el Gobernador de la Provincia del Río de la Plata, había decretado que la población se llamara Villa de Nuestra Señora de Luján.

En el año 1822 fueron incautados los bienes del Santuario bajo el gobierno de Martín Rodríguez, esta decisión llevó al lugar a un estado de ruina por la falta de mantenimiento y la región fue azotada por la epidemia de fiebre amarilla, la misma no solo asoló los pueblos, sino que también se llevó a un número importante de clérigos que atendían las iglesias.

En virtud de la situación, se tomaron medidas drásticas y en el año 1872 el Santuario fue confiado al Padre Eusebio Freret, quien fue acompañado por el Padre Jorge María Salvaire. Este último realizó un viaje misionero hacia El Azul para recorrer las tribus y hablar con los caciques.

Sin embargo, un incidente muy grave casi cobra la vida del Padre Salvaire, quien rogó a la Santísima Virgen para que lo ayudara a salir de tan terrible situación y a cambio prometió escribir la historia con el nombre de Nuestra Señora de Luján. El favor no se hizo esperar y el Padre Salvaire logró conservar la vida, gracias a la intervención del Cacique Namuncurá.

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A partir de ese momento, el Padre Salvaire se convirtió en un abnegado y ferviente servidor de la Santísima Virgen. Para el año 1887 el Arzobispo de Buenos Aires, conocido como Monseñor Federico León Aneiros, coronó la sagrada imagen y se comprometió impulsar a través de la arquidiócesis la construcción de la Basílica.

El 13 de mayo de 1901 Nuestra Señora de Luján es proclamada de manera oficial como la Patrona Principal de la Diócesis de La Plata y de toda la Provincia de Buenos Aires, lamentablemente su ferviente creyente y promotor del reconocimiento, el Padre Salvaire había fallecido para esa fecha.

En el año 1930 es consagrado el Templo Santuario de Nuestra Señora de Luján mientras que su Santidad Pío XI le concede a la iglesia de Luján el título de Basílica. Finalmente, en el año 1984 se confirma el carácter jurídico diocesano del Santuario de Nuestra Señora de Luján.

En 1990 se promulga por decreto diocesano 9/90 el estatuto del Santuario y Basílica de Nuestra Señora de Luján. Ocho años después, el Presidente de la Nación Argentina declara mediante decreto que la Basílica de Nuestra Señora de Luján es en lo sucesivo reconocido como Monumento Histórico Nacional.

El 3 de diciembre de 1871 tuvo lugar la primera peregrinación al Santuario de Luján, desde esa fecha enormes cantidades de personas acuden cada año y se ha convertido en uno de los centros de peregrinación más importantes de Latinoamérica. Actualmente, la fiesta principal se celebra el 8 de mayo.

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Basílica de Nuestra Señora de Luján

Siendo la Basílica de Nuestra Señora de Luján, la última construcción realizada en honor a la Santísima Virgen y hacia donde se dirigen las peregrinaciones desde su construcción, a continuación daremos algunos de detalles de la misma.

Esta Basílica fue construida en la ciudad de Luján, aproximadamente a 70 km al oeste de la Ciudad de Buenos Aires, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Participaron 8 arquitectos en su construcción, que tuvo lugar entre 1887 y 1935. La piedra fundacional fue colocada en donde se encuentra el Altar Mayor.

En el año 1889, el Padre Jorge María Salvaire es quien realiza la solicitud ante el Arzobispo de Buenos Aires para iniciar la obra del Santuario. A partir de 1890 y luego de haberse aprobado los planos, inician las obras de construcción. En 1895 ya se estaba construyendo la escalera de mármol que lleva al camarín de la Virgen y los vitrales fueron elaborados en Burdeos.

Durante la construcción de la Basílica, fallece en 1899 el Padre Salvaire, sus restos se encuentran en el Crucero Oeste de misma. Para el año 1904 ya se habían construido las dos terceras partes de la obra. En el Altar Mayor se encuentran dispuestas 14 estatuas de mármol. Para ese mismo año es llevada la imagen de Nuestra Señora de Luján desde el Santuario de Juan de Lezica y Torrézuri.

También se colocaron 16 estatuas de los apóstoles y evangelistas y 13 campanas que pesan en total 14.915 kilogramos. En los años 1922 y 1926 se completaron las dos torres, dentro se encuentran el campanario y el carillón con los relojes. Finalmente, en 1935 se concluye la obra de la Basílica con la realización de una serie de homenajes al Padre Salvaire por su papel preponderante y decisivo, incluyendo la colocación de una estatua en su honor.

Posteriormente se realiza la inauguración de la cripta como Templo de América en el año 1980, en ella se encuentran diferentes imágenes de la Virgen María en sus distintas advocaciones, incluyendo las provenientes de Venezuela, México, Canadá, Chile, Paraguay, Colombia, entre otras. Un detalle curioso de la Basílica, es que cada una de las campanas tiene un nombre y lema que bien vale la pena mencionar:

  • ​La campana que tiene la nota musical La Bemol lleva por nombre Jesús Salvador. Su lema es: «De las fuentes del Salvador sacaréis agua con alegría» y pesa 3.400 kg.
  • La campana que da la nota Si Bemol se llama María Purísima. Su lema es: «Toda hermosa eres María y no hay mancha alguna en ti», tiene un peso de 2.430 kg.
  • La campana del Do Natural se llama Joseph Vir Justus. Su lema es: «San José, estudio del Señor, rogad por nosotros» y tiene un peso de 1.610 kg.
  • La campana de Re Bemol se llama San Michael Arcángel. Su lema es: «Príncipe glorioso, acuérdate de nosotros» y tiene el mismo peso que la anterior (1.610 kg).
  • La campana del Mi Bemol se llama San Joanne Baptísta. Su lema es: «Soy la voz que clama, preparad el camino al Señor», tiene un peso de 947 kg.
  • La campana que tiene la nota de Fa Natural, lleva por nombre San Petrus Apóstol. Su lema es: «Sobre esta piedra edificaré mi iglesia», tiene un peso de 670 kg.
  • La campana de Sol Natural se llama San Paulus Apóstol y su lema: «Tú eres vaso de elección, predicador de la verdad», con un peso de 485 kg.
  • La campana de La Bemol lleva por nombre San Joannes Apóstol. Su lema es: «Este es el discípulo a quien fueron revelados los secretos celestiales», tiene un peso de 345 kg.
  • La campana de Si Bemol se llama Jacobus Apóstol. Su lema: «Nos vistió por su Apóstol» y tiene un peso de 275 kg.
  • La campana de Do Natural fue llamada Santo Tomás Apóstol y el lema seleccionado para ella es: «Confeso al Señor diciendo: Mi Señor y Mi Dios», su peso es de 185 kg.
  • La campana cuya nota es Re Bemol lleva por nombre Santa Rosa Limana y su lema es: «Rosa odorífera que esparce el olor de las virtudes», tiene un peso de 147 kg.
  • La campana del Mi Bemol, se llama San Turibius Epíscopus, su lema: «Oloroso como el incienso y refulgente como el fuego». Esta campana tiene un peso de 108 kg.
  • La campana correspondiente al Fa Natural se llama San Antonius de Padua y su lema es: «Lámpara ardiente y reluciente». Su peso es de 82 kg.
  • Las campanas Sol Bemol y La Bemol, se llaman Santa María y San José, sus lemas «Santa María, rogad por nosotros» y «San José, rogad por nosotros», sus pesos 68 y 55 kilogramos, respectivamente.

PEREGRINACIÓN A LUJÁN

El Santuario de Luján fue la sede para conmemorar los 200 años de la Revolución de Mayo en el año 2010, fue elegido por el simbolismo que tiene este lugar y la propia Peregrinación a Luján para los argentinos, y porque la Virgen de Luján es la patrona nacional.​

En síntesis, podemos resumir que para el año 1685 se levanta la pequeña capilla para honrar a la Virgen que había elegido quedarse en Luján. En el año 1730 la capilla adquirió el carácter de parroquia. Pero debido a que la cantidad de personas que visitaba la sagrada imagen de la Virgen María incrementaba con los años, se decide construir un Santuario más grande, el mismo fue inaugurado en 1763 y fue demolido en el año 1905.

El Padre Jorge María Salvaire inicia en el año 1890 la construcción del edificio que se encuentra hoy en la ciudad de Luján. Se inaugura en 1910 aunque las torres aún no estaban construidas. En el año 1930 el Papa Pío XI le otorga el título de Basílica y es totalmente terminada su construcción en el año 1935.

Importancia para los argentinos

Haciendo un análisis a la cultura argentina, podemos notar que se encuentra enmarcada en una historia que le confirió carácter multiétnico y multicultural, lo que la ha llevado por un camino positivo de progreso. Es una mezcla de diferentes identidades, en donde confluyen etnias originarias y otras que decidieron asentarse en este territorio en períodos de inmigración. Por lo tanto, se trata de una cultura que tiene importantes influencias europeas, latinoamericanas, africanas y asiáticas.

Quizá muchas personas puedan interpretar esta mezcla de cultura como una desventaja, porque de algún modo borra o modifica la cultura argentina originaria, sin embargo, existe en ello una ventaja que permite a los argentinos la facilidad de crear vínculos con el resto del continente. Esta diversidad cultural enriquece las expresiones artísticas del país, además de nutrirse en los aspectos mágicos y religiosos.

A propósito de ello, la Peregrinación a Luján se ha convertido en un acto religioso de suma importancia para los argentinos, que forma parte de su historia y de su identidad. Sin embargo, esta devoción no es exclusiva de los cristianos o católicos, su reconocimiento como parte de la cultura queda demostrado cuando en esta actividad participan personas que ni siquiera profesan una religión.

La Peregrinación a Luján es sin lugar a dudas una tradición en donde confluye la historia, el presente de un país y el futuro de una sociedad, que muestra en su andar la solidaridad, el amor, la devoción y la unión de un pueblo que se identifica en un recorrido que lo une en sus diferencias, para orar por el consuelo individual y colectivo. Esta actividad religiosa es de suma importancia para los argentinos, porque el caminar juntos con una misma devoción y un mismo sentimiento crean relaciones de paz y reconciliación.

Asimismo el Santuario de Luján se ha convertido en el lugar perfecto para recibir el sacramento del bautismo, donde también acuden las personas a cumplir sus penitencias, es el sitio en donde sienten que pueden recibir el perdón y la reconciliación.

El peregrinar de los argentinos los hace fortalecer su fe, porque sienten que la Santísima Virgen María juega un papel decisivo en ello y su amor y esperanza los convierte todos los años en protagonistas de la evangelización del mundo, que mira con reconocimiento y admiración su entrega y devoción.

Los Peregrinos

La afluencia de gente en la Peregrinación a Luján cada año es mayor, sin embargo, lo más importante es que los asistentes están conscientes de la importancia de esta actividad. En este sentido, los millones de peregrinos que acuden cada año a Luján, van en conciencia de que este lugar es de suma importancia para la Iglesia Católica y para el pueblo argentino que siente un deber espiritual que cumplir.

En este acto de devoción se venera la imagen de la Santísima Virgen María, pero los peregrinos tiene un sentir general de la veneración en donde está Cristo unido a esta peregrinación. Las peregrinaciones pueden ser identificadas como espontáneas, como ejemplo de aquellas realizadas durante el siglo XIX, que dieron inicio a esta tradición que llega a nuestros días. Este tipo de peregrinaciones no eran organizadas, sino que las personas de manera espontánea y sin motivos aparentes, se acercaban a conocer la imagen, rezar o dar gracias por su presencia.

Con los años estas peregrinaciones todavía se mantienen, pero además se sumaron las peregrinaciones organizadas, las cuales pueden ser convocadas por la iglesia o por grupos independientes, que coordinan visitas a la Basílica de Nuestra Señora de Luján. Estas muestras de devoción a la virgen, tanto espontáneas como organizadas, suceden durante todo el año, sin embargo, la peregrinación más numerosa e importante se realiza todos los años el 8 de diciembre.

Se estima que el Santuario de Luján recibe actualmente más de seis millones de peregrinos al año, los cuales van a la Basílica a pedirle a la Santísima Virgen María, que los llene de esperanza, le piden por la vida, por la salud, pero también van a dar gracias. Los peregrinos tienen tanto respeto por la Virgen, que hay una costumbre que se ha hecho popular entre ellos y es que deben confesar sus pecados, acercarse a la Eucaristía y agradecer la intervención de la Santísima Virgen.

El Santuario se ha convertido para los peregrinos en un lugar para agradecer y recibir misericordia, donde se recibe la bendición de Dios y de la Virgen. Los peregrinos asisten todos los años al Santuario porque les nace del corazón creyente y devoto. No hay edades para ser un peregrino, a todos los une el mismo sentimiento de fe por venerar a la Virgen de Luján.

La primera peregrinación organizada por la Arquidiócesis de Buenos Aires fue en el año 1871. También se destaca  la peregrinación organizada de la Sociedad de peregrinos a pie, la cual ya cumplió 100 años, pero sin importar cuál fue la primera y cual la última, si es espontáneo u organizada,  lo realmente importante es el sentimiento de amor que mueve a las personas que visitan el Santuario de la Virgen.

Los que han vivido la experiencia son testigos de que no importa la distancia, el frío o el tiempo que les tome llegar, así como tampoco el cansancio físico y las lesiones que puedan surgir de tanto caminar, todo esto vale la pena cuando son reconfortados por el sentimiento de amor que se recibe al estar frente a la imagen de la Santísima Virgen de Luján.

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