San Josemaría Escrivá, sacerdote fundador del Opus Dei

San Josemaría Escrivá

San Josemaría Escrivá, el sacerdote y fundador del Opus Dei, dedicó su vida a difundir la llamada universal a la santidad que promovió por todo el mundo. Conoce aquí datos interesantes de su biografía, estudios, su vida en el Opus Dei, sus grandes obras, así como sus pensamientos y enseñanzas.

 San Josemaría Escrivá

¿Quién fue San Josemaría Escrivá?

San Josemaría Escrivá fue un sacerdote católico español ampliamente reconocido por ser el fundador del Opus Dei, una organización de laicos y sacerdotes dedicada a la enseñanza de que todos están llamados a la santidad por Dios y que la vida ordinaria puede dar lugar a la santidad.

Su principal labor fue la iniciación, el gobierno y la expansión del Opus Dei, lo que lo llevó a desplazarse a muchos lugares y contactar muchas grandes personalidades. Te interesará también conocer sobre los Jesuitas.

No obstante, es de señalar que san Josemaría Escrivá y el Opus Dei han tenido muchos detractores de su causa, quienes los acusan de secretismo, elitismo, prácticas de culto e implicación política con causas de derechas, como el gobierno de Francisco Franco en España.

Pero, por otro lado, su canonización atrapó la atención mundial y generó mucha polémica de algunos entes y líderes católicos y de la prensa mundial.

Algunos comunicadores sociales se han dado a la tarea de indagar y estudiar la historia del Opus Dei, entre ellos el analista del Vaticano John L. Allen Jr., que señaló que muchas de estas acusaciones no han sido demostradas o son producto de alegatos de enemigos de Escrivá y de su organización. Te recomendamos la lectura de El Opus Dei, para saber más del tema.

Sus enseñanzas sobre la llamada universal a la santidad, el papel de los laicos y la santificación del trabajo ordinario han sido aprobadas y respaldadas por muchos líderes católicos entre los que destacan el cardenal Albino Luciani, quien sería después el papa Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco, Óscar Romero y otros católicos.

San Josemaría Escrivá

Biografía

Su nombre completo era José María Mariano Escrivá y Albás de Balaguer. Nació el 9 de enero de 1902, en la pequeña ciudad de Barbastro, en Huesca, Aragón, España.

Sus padres fueron José Escrivá y Corzán y María de los Dolores Albás y Blanc, quienes procrearon seis hijos siendo Josemaría el segundo de ellos.

Carmen fue su hermana mayor, luego estaba Santiago, menor que él y tres hermanas más que fallecieron siendo aún niñas.

Su padre era comerciante y socio de una empresa textil que acabó quebrando, lo que obligó a la familia a trasladarse en 1915 a la ciudad de Logroño, en el norte de la provincia de La Rioja, donde trabajó como dependiente en una tienda de ropa.

El matrimonio Escrivá procuró prodigar a sus hijos con una educación con fuertes cimientos cristianos.

San Josemaría Escrivá

El joven Josemaría sintió por primera vez que «había sido elegido para algo», según se cuenta, cuando vio las huellas dejadas en la nieve por un monje que caminaba descalzo.

En Zaragoza fue ordenado diácono el sábado 20 de diciembre de 1924 y al año siguiente, el sábado 28 de marzo de 1925. en esa misma ciudad recibió la ordenación como sacerdote.

Tras un breve nombramiento en una parroquia rural de Perdiguera, en 1927 se trasladó a Madrid, la capital española, para estudiar Derecho en la Universidad Central.

En Madrid, Escrivá trabajó como profesor particular y como capellán de la Fundación de Santa Isabel, que comprendía el real Convento de Santa Isabel y un colegio dirigido por las Hermanitas de la Asunción.

Falleció en Roma el 26 de junio de 1975.

San Josemaría Escrivá

Infancia

Según algunos relatos, a la edad de dos años sufrió una enfermedad, quizás epilepsia, tan grave que los médicos no daban muchas esperanzas de vida.

No obstante, su madre le llevó a Torreciudad, donde los aragoneses veneraban una estatua de la Virgen María, como «Nuestra Señora de los Ángeles», que se cree que data del siglo XI y estando allí Escrivá se recuperó.

Estando viviendo en Logroño, san Josemaría Escrivá intuyó que Dios quería algo de él, aunque no sabía exactamente qué era y pensaba que lo descubriría más fácilmente si se hacía sacerdote, y así comenzó a prepararse en el seminario de Logroño y más tarde, después de 1920, en el de Zaragoza.

Sin embargo, al morir su padre en 1924, Josemaría tuvo que asumir el papel de cabeza de familia.

Con su madre y sus hermanos se mudó a Zaragoza y allí el 28 de marzo de 1925 se ordenó sacerdote y comenzó a ejercer su ministerio en Perdiguera, una parroquia rural, y más tarde en Zaragoza, en la iglesia de San Pedro Nolasco.

Supervisó entre 1960 y 1970 la construcción de un gran santuario en Torreciudad, inaugurado el 7 de julio de 1975, poco después de la muerte de Escrivá, y hasta hoy sigue siendo el centro espiritual y destino de peregrinación del Opus Dei.

Estudios

Con la bendición de su padre, Escrivá se preparó para ser sacerdote de la Iglesia católica, para lo cual estudió primero en Logroño y luego en Zaragoza.

Luego, por consejo de su padre, estudió también Derecho Civil entre 1920 y 1927 en la Universidad de Zaragoza como alumno externo.

Obtuvo el doctorado en Derecho Civil en la Universidad Complutense de Madrid y el de Teología en la Universidad Lateranense de Roma.

 

Su vida en el Opus Dei

Un retiro de oración le ayudó a discernir más definitivamente lo que consideraba que era la voluntad de Dios para él.

Así, estando en Madrid, con el permiso de su obispo, para estudiar el doctorado de Derecho, «vio» el 2 de octubre de 1928 que Dios quería que abriera un camino de santidad para todo tipo de personas a través de la vida ordinaria y el trabajo.

Ese día fundó el Opus Dei o la «Obra de Dios» como el camino por el que los católicos podrían aprender a santificarse con su trabajo secular.

Josemaría realizó esta misión sin abandonar el ministerio pastoral que le encomendó el Patronato de Enfermos.

Allí le permitió conocer y entrar en contacto diario con la enfermedad y la pobreza en los hospitales y barrios populares de Madrid.

En 1931 fue nombrado capellán del Patronato de Santa Isabel y en 1934 fue designado rector.

Desde el principio, el suyo fue un apostolado muy amplio en ambientes sociales de todo tipo, aunque se enfocó especialmente entre los pobres y los enfermos que languidecían en los barrios bajos y en los hospitales de Madrid.

San Josemaría Escrivá se encontraba en Madrid cuando estalló la guerra civil en 1936 y, debido a la persecución religiosa, se vio obligado a buscar refugio en varios lugares.

Ejerció su ministerio sacerdotal de forma clandestina hasta que consiguió salir de Madrid, que estaba controlada por los republicanos. Tras una peligrosa a través de Andorra y Francia en un recorrido por los Pirineos hacia el sur de Francia, se instaló temporalmente en la ciudad de Burgos, que era el cuartel general de las fuerzas nacionalistas del general Francisco Franco.

Una vez terminada la guerra en 1939, con la victoria de Franco, Escrivá pudo reanudar sus estudios en Madrid y completar el doctorado en Derecho, para el que presentó una tesis sobre la jurisdicción histórica de la abadesa de Santa María la Real de Las Huelgas.

En 1946 se trasladó a Roma en donde llevaría a cabo importantes actividades para la organización.

Mediante el decreto de declaración de Escrivá como «Venerable» en 1947 y luego en junio de 1950 con el «Primum inter», obtuvo de manos del papa Pío XII la aprobación definitiva para el Opus Dei como institución de derecho pontificio.

Luego, según el decreto de la Congregación para las Causas de los Santos, que contiene una biografía resumida de Escrivá, «él se entregó totalmente a esta misión y con gran tesón y caridad se dedicó al desarrollo operativo del Opus Dei a nivel mundial, lo que implicó una amplia movilización de laicos.

Dio vida a numerosas iniciativas en la obra de evangelización y de asistencia humana; fomentó las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa en todas partes.

Sobre todo, se dedicó incansablemente a la tarea de formar a los miembros del Opus Dei.

Últimos días

De adulto, Josemaría sufrió de diabetes de tipo 1 y, según algunas fuentes, también de epilepsia.

En 1950, fue nombrado Prelado Doméstico Honorario por el papa Pío XII, lo que le permitió utilizar el título de Monseñor.

En 1955 se doctoró en teología por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma.

Fue consultor de dos congregaciones vaticanas; a saber: la Congregación para los Seminarios y Universidades y la Pontificia Comisión para la Interpretación Auténtica del Código de Derecho Canónico, y miembro honorario de la Pontificia Academia de Teología.

Entre los años 1962 y 1965 se celebró el Concilio Vaticano II en el que se confirmó la relevancia de la llamada universal a la santidad, así como el rol a cumplir por los laicos y la misa como fundamento de la vida cristiana.

En 1948, san Josemaría Escrivá fundó en Roma el Colegio Romano de la Santa Cruz, el cual se constituyó en un centro educativo masculino del Opus Dei y en 1953 el Colegio Romano de Santa María para atender a la sección femenina, instituciones que ahora están unidas en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, a cargo de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei.

Escrivá creó también la Universidad de Navarra, en Pamplona, y la Universidad de Piura (en Perú), como instituciones laicas afiliadas al Opus Dei.

San Josemaría Escrivá murió de un paro cardíaco el 26 de junio de 1975, a la edad de 73 años.

Canonización

Tras la muerte de Escrivá de Balaguer, el 26 de junio de 1975, la Postulación para la Causa de su beatificación y canonización recibió numerosos testimonios y cartas postulatorias de todo el mundo.

En el quinto aniversario de la muerte de Escrivá, la Postulación solicitó la iniciación de la causa de beatificación a la Congregación Vaticana para las Causas de los Santos.

Su causa de beatificación fue introducida en Roma el 19 de febrero de 1981 por la curación aparentemente milagrosa en 1976 de una rara enfermedad, la lipomatosis, que padecía Sor Concepción Boullón Rubio, cuya familia había rezado a Escrivá para que la ayudara.

El 9 de abril de 1990, el papa Juan Pablo II declaró que san Josemaría Escrivá poseía virtudes cristianas en «grado heroico», y el 6 de julio de 1991 la Junta de Médicos de la Congregación de las Causas de los Santos aceptó por unanimidad la curación de Sor Rubio.

Fue beatificado el 17 de mayo de 1992.

Más tarde, mediante una carta fechada el 15 de marzo de 1993, se recibió en la Postulación de la Causa la noticia de la curación milagrosa del Dr. Manuel Nevado Rey de una radiodermitis crónica cancerosa, enfermedad incurable.

El milagro, aparentemente producido por la intervención de Escrivá, fue dictaminado como válido por la Congregación para las Causas de los Santos y aprobado por el papa Juan Pablo II en diciembre de 2001, permitiendo la canonización de Escrivá.

Juan Pablo II, que con frecuencia expresó públicamente su apoyo al Opus Dei, canonizó a Escrivá, diez años después de su beatificación, el 6 de octubre de 2002 en la Plaza de San Pedro, en Roma, ante una gran multitud.

A la misa de canonización asistieron 42 cardenales y 470 obispos de todo el mundo, superiores generales de muchas órdenes y congregaciones religiosas, y representantes de diversos grupos católicos.

Durante los días del evento de canonización, los responsables de la Iglesia comentaron la validez del mensaje del fundador, repitiendo el decreto Christifideles Omnes de Juan Pablo II sobre las virtudes de Escrivá.

Obras de san Josemaría Escrivá

Muchos fueron los escritos dejados por san Josemaría Escrivá como legado de su trabajo episcopal, que son actualmente empleados por eruditos y principiantes como inspiración para sus labores. Algunas de estas obras son:

Camino

Fue la publicación más conocida de este santo, la cual ha sido traducida a 43 idiomas y ha vendido varios millones de ejemplares.

La fuerza, el atractivo de Camino, se debe en gran medida a que está basado en una experiencia real y viva, siendo el fruto del trabajo sacerdotal del autor, iniciado en 1925.

El libro apareció por primera vez en 1934 con el título de Consideraciones espirituales y más tarde (en 1939) recibió su título definitivo, después de haber sido ampliado en gran medida.

Entre los principales atractivos del libro se destacan: su estilo directo y conversacional, su carácter personal y profundamente humano.

A lo largo de los años, se han vendido más de cuatro millones y medio de ejemplares, en 43 idiomas diferentes.

Surco

Al igual que Camino, Surco es fruto de la rica vida interior de san Josemaría Escrivá y de su amplia experiencia como pastor.

Es conciso y perfecto para la meditación y escrito para animar y facilitar la oración personal.

Presenta 1.000 puntos de reflexión espiritual dirigidos a toda la persona humana: cuerpo y alma, naturaleza y gracia.

Con la mano hábil de un sacerdote experimentado y santo, san Josemaría entrelaza lo divino y lo humano y te ayuda a ver cómo armonizarlos en tu propia vida.

Forja

Forja es la tercera recopilación de las reflexiones y meditaciones de san Josemaría Escrivá, breves pero de gran peso, sobre cómo vivir la vida cristiana con absoluta plenitud.

Al igual que Camino y Surco, ofrece material práctico y punzante para la meditación que ayudan a tomar más en serio las responsabilidades espirituales y a acercarse cada vez más a la forja del amor de Dios que todo lo consume.

San Josemaría Escrivá escribió estos 1.055 aforismos, observaciones y exhortaciones para encender en ti el deseo de santidad y de apostolado.

La abadesa de las Huelgas

Se trata de un estudio esmerado y profundo teológico jurídico bien documentado, sustentado en fuentes y escritos originales  sobre este extraordinario caso de jurisdicción cuasi episcopal.

Dicho caso fue llevado adelante por parte de la abadesa del famoso monasterio burgalés.

Amar a la Iglesia

Este libro recoge cuatro homilías de san Josemaría Escrivá, las cuales contienen magníficas reflexiones sobre la Iglesia y sobre el papel del laico en la Iglesia, escritas con el estilo atractivo y convincente de san Josemaría.

Este libro ofrece al lector la oportunidad de crecer en el amor a la Iglesia y de aprender a servirla más fielmente, guiado por un santo cuyo amor a la Iglesia fue realmente notable.

Discursos sobre la Universidad

Es una obra preparada por la Universidad de Navarra en ocasión de la beatificación de su fundador y primer Gran Canciller, donde se recogen sus diversos discursos académicos ante la corporación universitaria, la homilía pronunciada en el campus de la universidad en octubre de 1967 y algunas otras declaraciones públicas suyas sobre temas universitarios.

Contiene, asimismo, los discursos del acto académico celebrado el 26 de junio de 1992 con motivo del aniversario del fallecimiento del entonces beato Josemaría.

Incluye prólogo del entonces obispo y clérigo del Opus Dei, monseñor Álvaro del Portillo, Gran Canciller de la Universidad de Navarra, quien expresa de manera elocuente los grandes atributos del pensamiento de san Josemaría sobre la Universidad.

Pensamientos más destacados de san Josemaría Escrivá

A lo largo de su ministerio sacerdotal, san Josemaría Escrivá dejó muchas cartas con consejo, pensamientos y dirección espiritual, muchos de cuyos extractos están contenidos en los tres libros Camino, Surco y Forja.

He aquí algunos de los pensamientos de liderazgo más destacados extraídos de estos escritos de san Josemaría para quienes buscan santificar su trabajo y ser líderes en la Iglesia y en el mundo.

  • No comprometas tus principios

Se debe mantener incólume nuestra esencia y no transigir, pues transigir significa, en el vocabulario de los que no tienen voluntad, no luchar, como es el caso de los perezosos, los astutos, los cobardes, que se consideran derrotados antes de empezar. (El camino nº 54)

  • No pierdas el tiempo

No dejar que la vida sea estéril. Se debe ser útil, hacerse sentir, brillar con la antorcha de tu fe y tu amor. (Camino nº 1)

  • Presta atención a las pequeñas cosas

Una cualidad muy importante y que no hay que despreciar son las cosas pequeñas, pues mediante la práctica continua de éstas y con la gracia de Dios se añade fuerza y resistencia al carácter. (El Camino 19)

  • Ora con audacia

Es importante ser audaz en la oración, para que el Señor nos haga pasar de pesimista a optimista; de tímido, a audaz; de débil de espíritu, a hombre de fe, a apóstol. (Surco nº 118)

  • Persevera

Cuando las llamas de tu primer entusiasmo se apagan, se hace difícil avanzar en la oscuridad. Pero ese avance es tanto más fiable por ser duro. Y entonces, cuando menos lo esperas, la oscuridad se desvanece, y vuelven el entusiasmo y la luz. (Surco nº 789)

 

  • Estar en paz

Debemos abandonarnos en el Señor, para estar contento con lo que pase. No se perderá la paz si nuestros emprendimientos no resultan como esperabas, aunque hayamos puesto todo en ellos, y se hayan usado todos los medios necesarios. Porque habrán «salido» como Dios quiere. (Surco nº 860).

  • Invocar a María

Santa María es la reina de la paz, y por eso la Iglesia la invoca.

Así, cuando el alma o la familia estén turbadas, o las cosas vayan mal en el trabajo, en la sociedad o entre las naciones, debemos clamar a ella sin cesar. (Surco nº 874)

  • Complacer a Dios, no a los hombres

En primer lugar hay que preocuparse por lo que dirá Dios; luego, en muy segundo lugar, y a veces en absoluto, se puede considerar lo que puedan pensar los demás. (Surco nº 970).