San Antonio María Claret, el célebre prelado y misionero español, fue de uno de los santos españoles más importantes de todos los tiempos con una especial contundencia en su época, cuyo legado aún prevalece. Conoce su ejemplar vida como misionero y sacerdote, su emotiva canonización y sus enseñanzas plasmadas en sus obras.

 San Antonio María Claret

¿Quién fue San Antonio María Claret?

San Antonio María Claret fue el reconocido arzobispo y misionero católico romano español, quien consagró su vida a la predicación y quien por un tiempo fue el confesor de Isabel II de España.

Su sólida formación religiosa y férrea devoción lo llevó a cumplir misiones en diversos sitios. Lo inspiró también a fundar la conocida congregación de los Hijos Misioneros del Inmaculado Corazón de María, comúnmente llamados los Claretianos. Te interesará también la vida de San Ambrosio de Milán.

Además de los Claretianos, San Antonio María Claret fundó o redactó las reglas de varias comunidades de religiosas, todas seguidoras de este siervo de Dios. Te recomendamos la lectura de Jesuitas.

Su vida honrada y los actos religiosos que protagonizó, tanto antes como después de su muerte, dan testimonio de su santidad.

Por sus inicios dedicados a la fabricación textil, Claret fue declarado como el patrón de los tejedores.

Biografía

San Antonio María Claret nació en Sallent de Llobregat, en la comarca del Bages, a unos 15 km de Manresa, en la provincia de Barcelona, el 23 de diciembre de 1807 en el seno de una familia de arraigados principios cristianos.

Fue el quinto de los once hijos de Juan y Josefa Claret, siendo su padre un pequeño dedicado a la fabricación de lana.

Falleció en Fontfroide, Narbona, Francia, el 24 de octubre de 1870.

 San Antonio María Claret

Infancia

La educación de San Antonio María Claret estuvo fundamentada en enseñanzas elementales en su pueblo natal y la vocación sacerdotal comenzó a percibirla desde muy pequeño, en la cual mostró una gran devoción por el Santísimo Sacramento y por la Virgen Santísima.

Rezaba el Santo Rosario todos los días y a los siete años se aprendió el Catecismo de memoria y lo recitada cada vez que quería.

Tenía también especial fervor por San José, esposo de María, por San Esteban, patrono de su tierra natal, y San Antonio de Padua, el santo de su nombre, al igual que por San Miguel Arcángel y por su ángel custodio.

Sin embargo, las circunstancias económicas de la familia le obligaron a pasar su primera juventud ayudando a su padre en labores de tejeduría.

De niño disfrutaba de las peregrinaciones al cercano Santuario de Nuestra Señora de Fussimanya, cerca de Manresa.

Importante acotar que su niñez no fue totalmente tranquila, pues se desataba, en ese entonces, la guerra napoleónica y existía, además, el efecto en España de las ideas de la Revolución Francesa, el testimonio de la Constitución de 1812 y las conflictos entre liberales y absolutistas. Estos hechos marcaron la vida del santo.

Parte de su adolescencia, a los doce años, San Antonio María Claret trabajó con su padre ayudando en la industria textil familiar, en donde aprendió a dominar este oficio del telar.

Reconociendo su capacidad de fabricación, se fue a los dieciocho años a Barcelona para perfeccionarse en el arte textil, en específico en su oficio de programador de telares Jacquard, y permaneció allí hasta los 20 años.

Aun cuando la rutina de trabajo le estaba haciendo olvidar de su deseo de niño de ser sacerdote, Dios ya tenía trazado un plan para él en el servicio religioso.

Temeroso de que su afición a la programación le obsesionara y le quemara, y reconociendo haber percibido una llamada a la vida religiosa, abandonó Barcelona, a pesar de las ofertas para montar su propia fábrica y se enfocó en su deseo de ser cartujo.

Sin embargo, en 1829 ingresó en el seminario diocesano de Vic para hacerse sacerdote.

Contaba en ese entonces con 21 años y eran momentos en que su vida estaba marcada por la experiencia de la providencia de Dios, por un lado; y por la idea de eternidad, por otro, aunado a que su piedad estaba influida por la devoción a la Virgen María y a la Eucaristía.

San Antonio María Claret

Estudios

Llevó a cabo estudios de teología durante su estancia en el seminario de la localidad de Vic.

Dedicó, asimismo, intensos estudios bíblicos que le permitieron preparar y publicar devocionarios y pequeños opúsculos preparados para diferentes públicos como sacerdotes, monjas, niños, adolescentes, casadas, padres de familia. Ellos constituyeron una valiosa herramienta en su labor evangelizadora.

A través de la Librería Religiosa que fundó en 1848, hacía llegar este material al público y en dos años lanzó 2.811.000 ejemplares de libros, 2.059.500 opúsculos y 4.249.000 hojas volantes.

En el tiempo libre estudiaba idiomas y llegó a dominar el latín y el francés.

Sacerdote

Aun cuando estaba en el seminario de Vic, no perdía de vista su intención de ser cartujo. Al año siguiente cuando se dirigía a la Cartuja de Montealegre, se desató una tormenta que le obligó a retirarse y dejar de lado su sueño de ser cartujo.

Continuó, entonces, sus estudios seminarísticos y fue en esa época que sufrió una fuerte tentación contra la castidad, en la que reconoció que gracias a la maternal intercesión de la Virgen María a su favor y sobre todo la voluntad de Dios, que lo quería como misionero evangelizador, logró vencerla.

Aun cuando no había terminado los estudios de teología, fue ordenado sacerdote el 13 de junio de 1835, en la fiesta de San Antonio de Padua, porque su obispo vio en él algo extraordinario.

San Antonio María Claret

Se hizo cargo de su parroquia natal, Sallent. Pero la parroquia no era lo suyo. Sentía, cada vez con mayor intensidad, que el Señor le llamaba a evangelizar.

Fue en ese entonces que se dirigió a Roma, a la que llegó tras un viaje lleno de peligros.

Aprovechó unos días que tenía libres para hacer ejercicios espirituales en la casa del Gesù de los jesuitas. Su director le animó a solicitar el ingreso en la compañía de Jesús.

A principios de 1840, cuatro meses después de comenzar el noviciado, sufrió un intenso dolor en la pierna derecha que le impedía caminar, lo que interpretó como una señal de Dios.

Así también se lo expresó el Padre General de los jesuitas, que le dijo que la voluntad de Dios se estaba manifestando indicando que debía volver a España, a Cataluña a encargarse de la parroquia de Viladrau.

Este trabajo le permitía viajar y emprender misiones en pueblos cercanos. Su obispo, que conocía la vocación claretiana y los resultados que generaba su predicación, le dejaba libre de toda atadura parroquial para poder evangelizar de pueblo en pueblo.

No obstante, la situación política de Cataluña, azotada por la guerra civil reinante, aunado a que la Iglesia se enfrentaba a la desconfianza de los gobernantes, San Antonio María Claret no encontró más opción que dejar su tierra y solicitar a Propaganda Fide, institución que regulaba toda la Obra de evangelización, servir como «Misionero apostólico».

Misionero apostólico

Siempre percibió que su verdadera vocación no era permanecer como cura párroco, sino ser misionero para tocar al mayor número de almas.

Recibió un beneficio en su parroquia natal, donde continuó estudiando teología hasta 1839; pero, como su pasión era el trabajo misionero, efectuó un viaje a Roma, donde se ofreció como voluntario para ser enviado a cualquier parte del mundo.

Allí ingresó en el noviciado de los jesuitas, pero fue ese entonces cuando se presentó lo de su terrible enfermedad que le impedía viajar, haciéndolo volver a España.

Se dedicó así San Antonio María Claret a desempeñar su trabajo ministerial pastoral en Viladrau y Girona, atendiendo mayormente a los pobres, en una zona desolada por la guerra civil carlista. Ayudó también en virtud de los conocimientos adquiridos en medicina rústica.

Viajó de una misión a otra a pie y siendo un predicador elocuente que dominaba la lengua catalana, atrajo a gente de muchos kilómetros a la redonda.

San Antonio María Claret

Durante su vida sufrió muchísimas persecuciones por parte del gobierno liberal de España, que llegó a considerarlo un peligro para la sociedad debido a su labor misionera en los pueblos de Cataluña.

Por tal motivo, en 1848, viendo su vida amenazada por enemigos anticlericales se marchó al exilio en las islas Canarias, donde pudo predicar con mayor libertad. Allí celebró retiros durante 15 meses.

San Antonio María Claret siempre viajaba sin dinero y a pie, pero cuando los feligreses le insistían para que aceptara dinero, él lo repartía entre los pobres.

También sentía un gran amor por los enfermos, a los que acompañaba hasta que morían o si sanaban, consolándolos con palabras sabias pero también procurando sanarlos con remedios naturales que él mismo preparaba. Incluso en algunos casos llegaron a ocurrir curaciones milagrosas.

Al regresar a Cataluña, el 16 de julio de 1849, llevó a cabo la fundación en los espacios del seminario de Vic la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.

Fue en esos días, específicamente el 11 de agosto, que se planteó su nombramiento como Arzobispo de Cuba, al que en un principio se resistió, pues deseaba encargarse de su recién creada congregación, pero tuvo que aceptar ese cargo por obediencia.

Arzobispo

Su designación como arzobispo de Santiago de Cuba fue en 1849 por parte del papa Pío IX y a petición de la corona española, en específico de la reina Isabel II de España, siendo por ello consagrado en Vic  el 6 de octubre de 1850.

Al principio, San Antonio María Claret quedó impactado por este nombramiento, pues él se consideraba demasiado indigno para ocupar un puesto tan alto como el de arzobispo, pero lo aceptó.

Previo al viaje se hizo agregar a su nombre el nombre de “María” y así pasó a llamarse Antonio María, pues quería consagrar su ministerio y el resto de vida a la Virgen María.

San Antonio María Claret

Antes de embarcarse, realizó tres peregrinaciones distintas: a la Virgen del Pilar, patrona de España; a la Virgen de Montserrat, patrona de Cataluña; y a la Virgen de Fussimanya, cerca de su pueblo natal.

Ya estando en Cuba, y tal como hizo en España, se dedicó a recorrer a pie los pueblos, predicando el Evangelio y procurando el mejoramiento de las condiciones de vida de la gente, sin importar que tuviera que sacar dinero propio para atender a los más necesitados.

En la isla resultaba difícil lidiar con la situación reinante, pues la comunidad estaba sometida a la esclavitud y la inmoralidad pública, así como a la inseguridad familiar, desarraigo de la iglesia, aunado a ello a una marcada descristianización.

Acabó por entender que lo más necesario era emprender una obra de renovación de la vida cristiana. Ello lo llevó a promover una serie de campañas misioneras para llevar la Palabra de Dios a todos los pueblos.

Reorganizó el seminario de Santiago, regulando el sistema de educación, que formaba a curas muy mediocres y reforzó la disciplina clerical.

Se consagró a la Virgen de la Caridad del Cobre y validó más de 9.000 matrimonios que vivían libremente. Todo ello en los dos primeros años de su llegada.

San Antonio María Claret

Pasaba largas horas de adoración frente al Santísimo Sacramento y estableció estando allí en Cuba la devoción de las 40 horas de adoración frente al Santísimo, la cual fue aprobada por el papa Pío IX.

Tanta y tan diversa actividad suscitó oposición y conllevó enfrentamientos, calumnias, persecuciones y ataques. Allí fue perseguido e incluso sufrió un atentado contra su vida, del cual salió con algunas heridas.

Este atentado se suscitó en Holguín el 1 de febrero de 1856, que casi le costó la vida, pero para San Antonio María Claret ello significó un acto que le permitió derramar su sangre por Cristo.

En dicho suceso Antonio fue apuñalado en la mejilla por Antonio Abad Torres, un zapatero de Canarias de 35 años, quien se dice estaba asociado a la masonería. No obstante, en su bondad, Claret consiguió que se conmutara la pena de muerte del agresor por una pena de prisión.

En seis años de ministerio episcopal e interpretación misionera, recorrió tres veces toda su diócesis.

San Antonio María Claret

Se preocupó por la renovación espiritual y pastoral del clero y la fundación de comunidades religiosas, como las de los Escolapios, los Jesuitas y las Hijas de la Caridad.

El 25 de agosto de 1855 fundó las Religiosas de María Inmaculada junto con María Antonia París, que se consideró como el primer instituto religioso femenino de Cuba.

También visitó cárceles y hospitales, defendió a los oprimidos y denunció el racismo. Combatió la esclavitud, creó una granja-escuela para niños pobres, puso una caja de ahorros de carácter social, fundó bibliotecas populares, construyó un hospital y numerosas escuelas.

Entre sus grandes iniciativas se encuentran las escuelas de oficios o de formación profesional para niños desfavorecidos y las cooperativas de crédito para uso de los pobres.

María Antonia París

Claret era un predicador excepcional con carismas increíbles y según los testigos afirmaban que:

  • Su cuerpo se transfiguraba mientras predicaba o rezaba.
  • Que levitaba hasta dos metros del suelo en ocasiones ante testigos creíbles.
  • Que detuvo una serie de terremotos en Cuba arrodillándose en el suelo y poniendo las palmas de las manos en la tierra mientras rezaba.
  • Que podía calmar terribles tormentas levantando una mano al cielo y bendiciendo las nubes de tormenta.
  • Que experimentó apariciones de Jesús y María, e incluso se le vio caminar sobre el agua.

Además, muchos afirmaron haber visto que de su cuerpo irradiaba una luz sobrenatural mientras decía la misa. A veces era tan intensa que un testigo dijo que vio la luz salir desde su cuerpo detrás del altar y llegar hasta la sacristía.

La reina Isabel II de España llegó a presentar un escrito en el que declaraba solemnemente que había presenciado personalmente este fenómeno.

El 3 de septiembre de 1859, Claret afirmó que había oído a Jesús decirle que había tres grandes males que estaban descendiendo sobre la humanidad:

  • El primero era una serie de enormes y horribles guerras.
  • El segundo, los cuatro poderosos demonios del placer, el amor al dinero, el falso razonamiento y una voluntad separada de Dios.
  • Por último, además de un agravio que tenía con ciertos cristianos que habían abandonado la iglesia, Jesús le dijo a Claret que el tercer castigo sería provocado por el comunismo, un movimiento desconocido e incipiente que sólo contaba con cientos de seguidores en ese momento.

Dos años después de la advertencia del 3 de septiembre, durante la bendición del Santísimo Sacramento en agosto de 1861, Claret volvió a decir que fue advertido interiormente por Jesús de que el comunismo iba a ser el gran enemigo de la humanidad.

En febrero de 1857, Claret fue llamado a España por la reina Isabel II, quien lo había nombrado su confesor. Se le concedió el permiso para renunciar a su sede cubana y volver a Europa, donde fijó su residencia en un hospicio italiano.

En 1865, la reina firmó el reconocimiento de la existencia del reino de Italia, con lo cual quedaba automáticamente excomulgado por lo que San Antonio María Claret tuvo que alejarse de la corte.

Pero en diciembre del mismo año, la reina se reconcilió con el sumo pontífice y Antonio regresó a su cargo de confesor.

Por su excelente desempeño comenzó a sufrir ataques y difamaciones por parte de la prensa y de los políticos liberales. En los periódicos se burlaban de él llamándolo el padre clarinete, y dibujando caricaturas obscenas sobre su persona y, además, decían que era el amante de la reina.

No obstante, él ofrecía todas esas humillaciones por la salvación de los pecadores.

La reina le nombró protector de la iglesia y del hospital de Montserrat de Madrid, y en 1859, presidente del colegio monástico El Escorial. Allí ejerció como rector por nueve años,

En éste realizó una amplia y eficaz gestión de restauración del edificio, equipamiento de la iglesia, creación de una comunidad y de un seminario. Asimismo, creó un laboratorio científico, un museo de historia natural, una biblioteca, un colegio y escuelas de música y lenguas.

Sin embargo, en 1868, una nueva revolución destronó a la reina y la envió con su familia al exilio.

La vida de Claret también corría peligro, así que la acompañó a Francia, lo que le dio la oportunidad de predicar el Evangelio en París. Permaneció con ellos durante un tiempo, y luego fue a Roma, donde fue recibido por el papa Pío IX.

En esa época fue cuando Isabel reconoció el nuevo gobierno laico de una Italia unida, por lo que Antonio dejó la corte y se apresuró a ocupar su lugar al lado del papa.

Sin embargo, por orden de éste, regresó a Madrid con facultades para absolver a la reina de las censuras en que había incurrido.

Confesor de la reina Isabel II

La reina Isabel II lo eligió personalmente como confesor en 1857 en Madrid, por lo que debía asistir al menos semanalmente a la corte para ejercer su Ministerio de Confesor y cuidar de la educación cristiana del Príncipe Alfonso y de las Infantas.

La reina y las infantas

No obstante, como los ministerios de Palacio no le ocupaban su tiempo y tampoco satisfacían su pasión apostólica, Monseñor Claret dio inicio a una intensa actividad en la ciudad:

  • Predicaba y confesaba.
  • Escribía libros.
  • Visitaba cárceles y hospitales.
  • Aprovechó los viajes con los Reyes a España para predicar en todas partes.
  • Promovió la Academia de San Miguel, un proyecto en el que buscaba unir a intelectuales y artistas para incentivar las ciencias y las artes bajo el aspecto religioso.

Una de sus mayores preocupaciones era profundizar y proteger en España la vida consagrada de los ministros de la Iglesia, especialmente la de los institutos fundados por él; a saber: los misioneros y las Monjas de María Inmaculada.

San Antonio María Claret mantuvo celosamente su independencia y neutralidad política siempre, lo que le acarreó múltiples enemistades.

Últimos días

Luego de la revolución de septiembre de 1868, formó parte del exilio de la Reina en París.

Allí mantuvo su ministerio con la Reina y el Príncipe de Asturias, fundó las conferencias de la Sagrada Familia y llevó a cabo múltiples actividades apostólicas.

En 1869 con motivo de la celebración de las Bodas de Oro sacerdotales del Papa Pío IX fue a Roma y participó en la preparación del Concilio Vaticano I, en el que  defendió la infalibilidad papal.

Papa Pío IX

Al final de las sesiones, con la salud ya muy quebrantada y presumiendo su próxima muerte, se trasladó a la comunidad que sus misioneros tienen en Prada de Conflent, en los Pirineos franceses.

Sin embargo, allí siguió siendo acosado por sus perseguidores  españoles, que pretendían apresarlo y llevarlo a España para juzgarlo y condenarlo.

Ante tal circunstancia, tuvo que huir al monasterio cisterciense de Fontfroide, en Narbona, al sur de Francia, donde murió a los 63 años el 24 de octubre de 1870.

Sus restos fueron enterrados en la ciudad catalana de Vic, en la comarca de Osona.

Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María

Cuando se calmó la situación en España, San Antonio María Claret regresó a Cataluña y pudo fundar, entonces, el 16 de julio de 1849, en el seminario de Vic la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.

Tal hecho se celebró el día de la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, 16 de julio, y su principal función era la de llevar el Evangelio por todo el mundo.

En esa ocasión también fundó la gran biblioteca religiosa en Barcelona que se llamó «Librería Religiosa», actualmente llamada «Librería Claret».

El papa Pío IX dio su aprobación a la congregación el 22 de diciembre de 1865.

Esta gran obra de Claret comenzó humildemente con cinco sacerdotes dotados del mismo espíritu que el fundador, sin embargo Antonio no pudo dar seguimiento a la misma pues a los pocos días, el 11 de agosto, le comunicaron que había sido nombrado Arzobispo de Cuba, cuando aún la isla caribeña formaba parte de España.

Canonización de San Antonio María Claret

Su vida celosa y los prodigios que realizó, tanto antes como después de su muerte, atestiguan su santidad.

En 1887 se solicitó información y fue declarado venerable por el Papa León XIII en 1899.

Sus reliquias fueron trasladadas a la casa de la misión de Vic en 1897, momento en el que se encontró su corazón incorrupto. Su tumba es visitada por muchos peregrinos.

San Antonio María Claret fue beatificado en Roma por el papa Pío XI el 24 de febrero de 1934 y fue canonizado 16 años después por el papa Pío XII el 7 de mayo de 1950.

El papa Juan XXIII lo incluyó en el Calendario Romano General en 1960, y fijó su fiesta el 23 de octubre, donde permaneció durante nueve años hasta que la revisión del calendario de 1969 lo trasladó al día de su muerte, el 24 de octubre, que había sido la fiesta de San Rafael Arcángel desde 1921.

Obras de San Antonio María Claret

Claret fue un escritor prolífico. Escribió 144 libros, pues entendió que la imprenta podría ser un excelente medio de evangelización.

Con sus sermones y escritos contribuyó en gran medida al renacimiento de la lengua catalana, aunque la mayoría de sus obras se publicaron en castellano, especialmente durante su estancia en Cuba y Madrid.

Sus obras impresas superan el centenar, entre ellas:

  • La escala de Jacob.
  • Máximas de moral la más pura.
  • Catecismo explicado con láminas.
  • La llave de oro.
  • Selectos panegíricos, que constaban de 11 volúmenes.
  • Sermones de misión, que comprendían 3 volúmenes.
  • Misión de la mujer.
  • Vida de Santa Mónica.
  • La Virgen del Pilar y los Francmasones.

San Antonio María Claret gustaba, además, de regalar libros para que la gente tuviera algo que leer que fuera de provecho para el espíritu y cuando no tenía libros, obsequiaba folletos y estampitas.

Aparte de los Claretianos, que a principios del siglo XXI registraba como parte de la congregación unos 3.100 miembros y más de 450 casas de atención, teniendo  misiones en los cinco continentes, el arzobispo Claret fundó y contribuyó a redactar las reglas de varias comunidades de religiosas.